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Muchos hombres han vivido una socialización en la que se exige la demostración de una virilidad negativa y de un modo determinado de vivir la sexualidad como forma de ser hombre. Esto ha significado haber de demostrar continuamente la cantidad de relaciones sexuales que se mantienen y de personas con las que se ha tenido sexo, entre otros temas. Para las masculinidades que desean relaciones libres y satisfactorias esta socialización, marcada por este discurso coercitivo, tiene un impacto negativo enorme en la calidad de las relaciones sexuales y también en su salud mental, provocando en ellos inseguridad, duda y baja autoestima. Se añade, por falta de diálogos sobre el tema, la dificultad de no poder comprender el porqué, ni las razones de esta situación, por su supuesto “origen” irracional. Además, en ocasiones ellos perciben que no tienen atractivo, ya que el discurso coercitivo ya se encarga de vincularlo con los hombres que sí ejercen esa dominación. 

Si uno se para a pensar quién ha impuesto este tipo de discurso, puede observar que el principal interés recae en las masculinidades dominantes, ya que son aquellas que no tienen ningún reparo en utilizar la violencia, las relaciones sexuales y a sus supuestos amigos para intentar mantener el atractivo que está basado en la violencia y en la dominación. En cambio, siempre han existido hombres que no han participado de este discurso coercitivo y que no han tenido nada que ver con las masculinidades tradicionales, y también siempre ha habido muchos hombres que han sabido reconocer esta realidad y han deseado transformar ese discurso promoviendo relaciones basadas en los mejores sentimientos.

Con las evidencias que aporta la investigación se puede dialogar y romper la barrera que impone la mirada del discurso coercitivo. De este modo, se constata que ser conocedor de este discurso que liga atractivo con violencia permite detectar y entender el impacto negativo que tiene en la vida de los hombres. Porque, si a un hombre no le importa la cantidad, si para él cuentan los sentimientos, valora la libertad y respeta el consentimiento, el “si tú quieres, yo quiero”, ¿quiere decir eso que ese hombre es menos hombre, menos atractivo, menos excitante?

Las Nuevas Masculinidades Alternativas no solo ponen en valor estas cuestiones vinculadas a la libertad y a los sentimientos, sino que saben que solo de este modo las relaciones sexuales son excitantes y satisfactorias para las personas involucradas. Únicamente cuando la libertad se cuida, se valora y se visibiliza, se mantienen las mejores relaciones sexuales y el deseo no para de aumentar. Además, las NAM saben que ese aumento de la excitación nada tiene que ver con la cantidad de relaciones, con mantener relaciones sexuales forzadas o con tenerlas cuando no se tiene ganas. Las NAM lo que desean es poder mantener, libremente, no solo las mejores relaciones sexuales, sino que todas las relaciones sean de calidad. Para ello el elemento clave reside en la elección, es decir, en quién se elige para tener esas relaciones. 

La amistad profunda y la solidaridad entre hombres aumenta la seguridad y la confianza en uno mismo. Esta seguridad y confianza, a su vez, son elementos que permiten mantener la fuerza en el ejercicio de la libertad que no se somete al discurso coercitivo. El discurso alternativo de las NAM pone el foco en la elección de la persona con la que se desea mantener esas relaciones, si es una persona que busca esa misma libertad, con esos mismos sueños de disfrutar del sexo de calidad. No es cuestión de querer ser más hombre que nadie, de competir entre hombres para ver quién tiene más relaciones sexuales, eso es muy anticuado, primitivo y arcaico, sino que se trata de desear y elegir con quién se disfrutan y comparten esas relaciones sexuales, de forma libre, consentida y apasionada. 

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