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Afrontar la etapa de la adolescencia de una hija o un hijo siempre va acompañada de una gran incertidumbre. Todos hemos pasado en primera persona hace más o menos años, con nuestros aciertos y errores, pero si echamos la vista atrás entendemos la tremenda presión social que se vive, y de ahí el miedo y respeto cuando nos toca acompañarlos como padres y madres.

Aunque la educación en las primeras edades es fundamental, no es cierto que cuando llegan a la adolescencia la suerte ya esté echada. Sabemos, que las interacciones de calidad pueden ser transformadoras y que aunque existe un discurso coercitivo dominante, los iguales también juegan un papel crucial en la prevención y resolución de problemáticas asociadas a la adolescencia.

Existen evidencias científicas de diversas fuentes en las que podemos deducir claves para que esta etapa de transición a la vida adulta se de con la mayor seguridad posible como por ejemplo: Generar espacios de diálogo constantes con las y los jóvenes donde encuentren la seguridad para poder hablar de lo que necesiten cuando lo necesiten; dotarlos de estrategias para identificar el discurso coercitivo dominante así como seguridad para no ceder a él; o Hablar regularmente de la importancia de la elección de amistades verdaderas que les acompañen en el camino.

Uno de los grandes retos en este camino es la construcción de la masculinidad. Muchos chicos adolescentes se enfrentan a un ambiente hostil que los empuja a asumir uno de dos modelos tradicionales: el chico que calla, se aísla y sufre en silencio las presiones sociales o, en el otro extremo, el que se convierte en agresor para ganar aceptación o popularidad entre aquellos que sienten atraccion a la violencia. Ambas opciones son nocivas, pues responden a la presión social sin cuestionarla y perpetúan dinámicas de violencia o sumisión.

Como padres debemos abrir “una ventana” a estos chicos,  la de las Nuevas Masculinidades Alternativas a la masculinidad tradicional dominante, que con atractivo se posicionan ante la violencia sin ponerse en peligro y que contribuyen a la mejora de la convivencia, a la vez que mejoran su propia salud.  Seguridad, valentía, confianza, respeto, pacifismo… son valores que como padres, debemos impulsar, valorar y potenciar en nuestros hijo para que, cuando se enfrenten solos al mundo, les predominen las actitudes NAM.

En la sección NAM de este diario podemos encontrar multitud de artículos que nos pueden ayudar a conocer las NAM y tener diálogos sobre sus actitudes con el fin de fomentarlas y extenderlas.

No es una pócima mágica, no es inmediato incluso en ocasiones no es visible, pero lo que sabemos es que sí que es efectivo.

 

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