
Existe un intenso debate en la actualidad sobre el ocio, la juventud y la pandemia del COVID19, todo ello vinculado a la libertad y al compromiso con la sociedad para poder evitar contagios, hospitalizaciones, ingresos en UCI y muertes.
Las imágenes que hemos podido observar en diferentes ciudades durante estas últimas semanas dan pie a pensar que el ocio de la juventud está relacionado con la noche, los botellones, beber alcohol sin control, saltarse las normas y, en ocasiones, enfrentarse a la policía. De hecho, desde algunos medios se ha dado pie a este tipo de análisis, argumentando que la juventud necesita su espacio de libertad y de ocio, del que se ha visto privada durante el confinamiento y por las restricciones nocturnas del toque de queda. Si bien es cierto que es necesario encontrar la manera de que la juventud pueda disfrutar del ocio de manera plena, también lo es que existe una gran diversidad de posibilidades de ocio que deben visibilizarse. Los que normalmente aparecen en los medios de comunicación no son los exclusivos y se debe dar voz e imagen a otras formas de entender el ocio juvenil.
Volviendo a las imágenes anteriormente mencionadas, cuando las personas se saltan las normas, presuntamente como parte de su ocio, revisten sus acciones de una gran insolidaridad y de una falta de compromiso social con su comunidad en tiempos de COVID. Al final se trata de actitudes dominantes, vinculadas a un modelo de masculinidad tradicional, tanto porque se justifican con argumentos que no son de validez, como por sus consecuencias para el resto de la sociedad. Para las Nuevas Masculinidades Alternativas (NAM) no es necesario ni atractivo saltarse las normas. Ni para gustar a las demás personas ni para divertirse. El tipo de ocio no se puede imponer y, para ello, es necesario tener valentía para posicionarse ante el discurso coercitivo que pretende imponer cómo deben divertirse las personas: obligando a ver unas acciones de ocio como divertidas, las que rompen las normas y provocan excesos innecesarios; y otras como aburridas, porque no lo hacen.
Además, las NAM no quieren, no desean romper las normas. Ni entienden que cumplirlas sea un signo de debilidad, sino todo lo contrario. Cumplir con las normas es un detalle de progreso, de coraje, de solidaridad con su entorno, de protección de las personas de su entorno. Actitudes que son una expresión libre de un ocio y de una diversión exentas de violencia, que tienen en cuenta a todas las personas y que respetan la libertad de cada cual, sin presiones ni coacciones, sobre qué es y qué no es divertido. Lo único que no pueden ni desean compartir las NAM es la violencia y sus horribles sucedáneos en forma de excesos que generan pérdida de sentido y falta de atractivo.
Desde las Nuevas Masculinidades Alternativas consideramos primordial poner fin a estos discursos coercitivos y trabajar para poder divertirnos libremente sin que nadie imponga cómo ni con quién hacerlo. Este sería un debate revolucionario que muestre que ningún tipo de argumento justifica ningún tipo de violencia e insolidaridad ni las consecuencias negativas que puedan tener para los demás.
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