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El pasado 26 de febrero Umaira Mustafá fue raptada por un grupo de delincuentes junto a 278 compañeras de la escuela donde estudiaba, siendo liberada 4 días después. En apenas tres meses Nigeria ha sufrido cinco secuestros masivos de escolares. Esta situación ha provocado que las niñas y sus familiares tengan miedo de ir a la escuela, lo que empeora el problema de escolarización que están sufriendo África Central y Occidental, donde hay más de 2 millones de niños sin escolarizar y más de 10.000 escuelas cerradas. 

Boko Haram fue la responsable del secuestro más mediático, el de las 276 niñas raptadas de un internado en la ciudad de Chibok el 14 de abril de 2014. Aún hoy, más de un centenar siguen desaparecidas mientras que 164 escaparon de manos de sus captores o fueron liberadas tras el pago de un rescate: Muchas de ellas fueron obligadas a casarse con los milicianos de la secta y sufrieron malos tratos y violaciones. 

Esta violencia empeora los problemas de escolarización que está viviendo el África Occidental y Central. Según un reciente informe de Save the Children, Save Our Education in West and Central Africa, son dos de las regiones del mundo con peor tasa de escolarización para niños entre 6 y 11 años, donde uno de cada cinco niños y niñas está fuera del sistema escolar. 

El impacto de esta oleada de secuestros está afectando a la escolarización de millones de niños y niñas que temen ir a la escuela y especialmente está afectando a las niñas que, al quedar excluidas del sistema educativo, se ven expuestas a abusos, embarazos no deseados, trabajos forzosos, etc. 

Asegurar el derecho a una educación libre de violencia es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030. Hay algunas experiencias que pueden servir de ejemplo de cómo poder prevenir la violencia en diferentes contextos educativos y así evitar que las niñas y los niños se vean privados de este derecho fundamental. Se ha demostrado que incluir en las escuelas las voces de las mujeres contribuye a que sean espacios más seguros y libres de conflictos; otro ejemplo es el modelo de programa y recursos Girl Shine cuyo objetivo es contribuir a mejorar la prevención y la respuesta a la violencia contra las adolescentes en entornos humanitarios; otro ejemplo es Safe To Learn, que trabaja con gobiernos y organizaciones de la sociedad civil, comunidades, docentes y la propia infancia para poner fin a la violencia escolar y asegurar que todas las niñas y los niños, especialmente quienes son más susceptibles de sufrirla, se encuentren en entornos seguros de aprendizaje.   

Un problema de tal magnitud requiere de acciones globales y políticas que pongan en marcha una red en la que poder compartir actuaciones basadas en evidencias que aúnen esfuerzos para garantizar que todas las niñas y los niños tengan acceso real a las mismas oportunidades. 

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