Investigadores del grupo que lidera Laura Lechuga en el CIBER-BBN/ICN2

Son muchos los grupos de investigación que actualmente están trabajando para combatir el COVID-19 desde diferentes aproximaciones. Entre ellas está, por un lado, la investigación basada en la búsqueda de un fármaco eficiente con el fin de curar o disminuir los efectos del virus. Otros estudios se focalizan más en la prevención, desde el desarrollo de la vacuna (liderado principalmente por China y EE.UU.) hasta fármacos que disminuirían la transmisión del virus, entre los que destaca la investigación ya en fase clínica liderada por el Dr. Oriol Mitjà (Hospital Germans Trias i Pujol, Badalona). Por otro lado, se están destinando muchos esfuerzos al desarrollo de herramientas de diagnóstico ya que la detección temprana del COVID-19 conllevaría un tratamiento más eficaz y la menor exposición del paciente, disminuyendo así el número de contagios. 

Es justamente en esta línea, donde destaca el trabajo realizado por el grupo de investigación liderado por la Dra. Laura M. Lechuga del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2) y profesora de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La Dra. Lechuga es la coordinadora del proyecto europeo “CONVAT”, recientemente seleccionado en el marco del programa de investigación e innovación de la UE Horizonte 2020, con el objetivo de hacer frente al nuevo coronavirus. 

CONVAT tiene el objetivo de desarrollar una herramienta de diagnóstico rápido para la detección del COVID-19. Actualmente, la técnica de diagnóstico usada en los hospitales es la PCR (Polymerase Chain Reaction), que permite identificar la presencia del material genético del virus. Este tipo de técnica precisa de personal especializado, además de un tiempo mínimo de cuatro horas y reactivos específicos, lo cual, ante la elevada demanda actual, es una limitación. Con el nuevo planteamiento del grupo del ICN2 la detección del virus sería posible en tan solo 30 minutos, sin precisar de material ni personal específicos. 

El nuevo dispositivo, basado en nanotecnología biosensora óptica, consiste en depositar una muestra de fluido biológico (por ejemplo, saliva) en el chip, donde se encuentran anticuerpos específicos del virus. En el caso de que el paciente esté infectado, el virus se pegará específicamente a la superficie del chip y al pasar un haz de luz a través de él, la trayectoria del campo de luz se verá alterada. Este cambio en la luz representaría la señal de positivo o negativo por COVID-19.   

Con esta herramienta se busca contribuir al diagnóstico rápido y a la monitorización del coronavirus sin necesidad de realizar los análisis en laboratorios clínicos y personal especializado. Además, al tratarse de un chip de dimensiones parecidas a las de una moneda (3cm aprox.), el precio aproximado de cada uno de ellos podría ser 10-20€, más barato que el coste actual de la PCR. 

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