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Durante las últimas semanas es difícil no haber oído hablar del coronavirus. El alud de noticias en diarios, programas de radio y de televisión o en redes sociales que se le han dedicado explica por qué en cuestión de un mes hemos pasado de no conocerlo a ser el tema principal de conversación. 

Aunque en China ya hace unos días que el número de personas afectadas por el coronavirus disminuye, en otros países como Japón, Irán o Italia va la alza. Y es que desde el primer caso detectado en diciembre de 2019 en Wuhan (China), equipos de investigadores de todo el mundo han trabajado para entender el mecanismo de acción del coronavirus (SARS-CoV-2) y la posible cura en pacientes. 

Una de las primeras medidas tomada por la comunidad científica fue la publicación en acceso abierto de toda información científica referente al coronavirus o similar. De manera que las grandes editoriales de artículos científicos dejaron al alcance de todos los artículos que normalmente son de pago, estimulando así una investigación más colaborativa y menos competitiva. Una segunda medida tomada por la Comisión Europea fue la apertura de convocatorias para financiar proyectos de investigación relacionados con el SARS-CoV-2. La convocatoria “Advancing knowledge for the clinical and public health response to the 2019-nCoV epidemic” estuvo doce días abierta y los grupos de investigación con previa experiencia en el campo tuvieron la posibilidad de enviar su propuesta de investigación, a la espera de ser financiada. 

Además, actualmente se fomenta la publicación de resultados científicos, aunque sean preliminares, con el fin de sumar esfuerzos en la investigación y, de hecho, esto ya está dando sus frutos. Por ejemplo, a finales de diciembre se publicaba un artículo describiendo un nuevo tipo de nanopartículas diseñadas con proteínas del coronavirus que podían funcionar como vacuna para este virus. En enero, un estudio en que se analizaba la eficiencia terapéutica de diferentes fármacos combinados para SARS-CoV-2 se publicó en Nature Communications, y en febrero ha sido descrito en la revista Nature Microbiology el mecanismo de entrada del SARS-CoV-2 en las células. Y esto es simplemente una mínima representación de los trabajos publicados sobre SARS-CoV-2l desde diciembre, porque el número de publicaciones científicas con información relevante no han dejado de crecer.

Aunque a día de hoy no exista un tratamiento específico para el coronavirus, es esperanzador cuando nos damos cuenta que los equipos de investigación están intensamente trabajando en ello. 

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