Elizabeth Blackburn fue galardonada con el Premio Nobel de Medicina en el año 2009 por su descubrimiento sobre el efecto de los telómeros, los extremos de los cromosomas que se encuentran en las secuencias de nuestro ADN y son capaces de determinar parte de nuestra longevidad..
Estos extremos de filamento de ADN se comunican entre ellos y determinan la capacidad de regeneración y longevidad: nuestras células se dividen, se acortan y con el paso del tiempo pierden capacidad de regeneración. Según Elizabeth Blackburn en su libro “La solución de los Telómeros”, es en esos momentos cuando existe una mayor probabilidad de que aparezcan cambios fisiológicos en el cuerpo que deriven en un aumento de enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer o un sistema inmunitario más débil.
Sin embargo, tenemos la oportunidad en parte de controlar el proceso de longevidad y regeneración a través de una enzima llamada telomerasa: ésta puede agregar ADN a los extremos de los cromosomas para desacelerar, prevenir y revertir el acortamiento de los telómeros. Por otro lado, un exceso de telomerasa puede provocar Alzheimer, cáncer u otras enfermedades.
Para ello, la principal clave es cuidar de nuestra salud manteniéndonos saludables durante el máximo de años de nuestra vida. Tal y como apunta Elizabeth en su descubrimiento, no se trata de una restricción absoluta de alimentos o de ejercicio continuo, sino que mantenerse saludable y permanecer activos puede ser el reflejo en nuestra longevidad.
El estilo de vida que reproduzcamos a lo largo de los años ayuda a evitar ciertas enfermedades y, por tanto, ayuda a mantener los telómeros. En este sentido, Blackburn destaca que las personas podemos conducir el camino de nuestra vida no sólo a través del ejercicio y la alimentación, sino que además podemos contribuir a la longevidad de nuestros telómeros a través de nuestro bienestar psicológico, puesto que reduce el estrés y revierte en la calidad de nuestra salud mental.
Esta conexión entre cuerpo y mente es la base que Blackburn reconoce para prolongar el envejecimiento. También reconoce la necesidad del omega-3 y la vitamina D, así como la práctica de ejercicio moderado tres veces a la semana para alargar los telómeros.
Pero otro de los factores clave que no debemos olvidar, según Blackburn, son las relaciones personales y sociales que mantenemos a lo largo de los años: existe una tendencia de telómeros más cortos y menos cantidad entre relaciones que producen estrés.
Por tanto, gracias a estas evidencias científicas junto con otras investigaciones previas del mismo ámbito, disponemos de información suficiente y tenemos a nuestro alcance algunas de las principales claves para ser capaces de prolongar nuestra vida, si así lo deseamos
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