Hace 10 años Krejcikova se armó de valor para pedirle a Jana Novotná, campeona de Wimbledon en 1998, que fuera su mentora. Para Barbona, Jana era su heroína, compartían ciudad natal y pasión por el tenis. Formaron un vínculo muy especial desde entonces que solo se rompió con la muerte de Novotna a los 49 años, en 2017.
Después de alcanzar el título y de alzar la Venus Rosewater Dish (réplica del Plato de la Templanza que está en el Louvre), dijo Krejcikova que estos últimos días había estado soñando con Jana y contó que cuando era pequeña escribió es su diario que su sueño era ganar el Abierto de Francia, pero cuando conoció a Jana a los 18 años, y le habló de todas las historias sobre Wimbledon, sobre la hierba, lo difícil que fue para ella ganar el título y lo emocionada que se sintió cuando realmente lo consiguió, las cosas cambiaron. Desde entonces Krejcikova empezó a ver Wimbledon como el torneo más importante del mundo.
La tenista checa reconoció que había jugado el mejor tenis de su carrera y cuando le enseñaron su nombre en el cuadro de honor de Wimbledon, justo al lado del de Jana, fue un momento muy emotivo para ella según sus declaraciones, reconociendo que a ella le haría mucha ilusión verla en el mismo tablón.
En esta victoria que es un sueño cumplido, parece que el impacto de una amistad ha jugado un papel clave tal como recogen algunas investigaciones. Cultivar amistades bellas pueden ser clave también en el deporte.
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