Algunos análisis sugieren que hay ciertas personas estadounidenses que se volvieron más comprensivas con las y los sobrevivientes que sufrieron acoso sexual a medida que surgía el movimiento #MeToo. Sin embargo, aún no está claro el alcance de estos cambios en la opinión pública.
Este artículo Is There an Idealized Target of Sexual Harassment in the MeToo Era? parte de la hipótesis de que las mujeres que sufren acoso sexual en el lugar de trabajo son juzgadas según el arquetipo de un modelo idealizado de acoso sexual y se las considera menos creíbles cuando no cumplen con ese prototipo.
Utilizando datos de un novedoso experimento de encuesta multifactorial, la autora de este estudio muestra, sin tener en cuenta otros factores, aspectos como que una mujer negra se considera menos creíble que una mujer blanca a la hora de contar una experiencia. A una mujer también se la considera menos creíble cuando no se enfrenta al acoso de forma asertiva en el momento; y cuando no lo denuncia a su organización. Además, según este estudio, a una mujer también se la considera menos creíble cuando no hay personas testigos de la situación y cuando su presunto acosador no ha sido acusado públicamente por esta razón por parte de otras personas.
En la misma línea, este artículo asume que la credibilidad de la víctima no se ve afectada por una disparidad de poder con el presunto acosador, por la presencia de alcohol o por una relación romántica previa con la persona denunciada por acoso. Por último, la autora afirma que cuantas más facetas del arquetipo cumple una víctima, más creíble se percibe a esta. Estos resultados demuestran una jerarquía de los prototipos de acoso sexual, en la que algunas personas se consideran más creíbles que otras, en función de diferentes circunstancias. Estudios como este arrojan luz ante lo que a menudo se llaman perfiles de víctimas, y también ante la importancia de creer a la víctima, como prioridad.
