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Hace muy pocos días se ha publicado el artículo Rompiendo el Silencio en la Pedagogía Crítica , que evidencia que en las publicaciones de Pedagogía Crítica (PC) muy pocas personas incluyen la violencia de género. Entre quienes lo hacen, las mujeres, incluidas las pertenecientes a culturas minoritarias, son la mayoría. El artículo es muy importante porque descorre la cortina ante un tabú: algunos de los autores más reconocidos de la PC, que escriben sobre la necesidad de acabar con la violencia, no promueven ninguna transformación para hacerlo, tampoco apoyan a las personas que sí que trasladan la teoría a acciones concretas, como defendía Freire desde el compromiso educativo y ciudadano y, además, critican a las personas que actúan, porque actuando evidencian la inacción de quienes permanecen en sus torres académicas. El artículo incluye una investigación desarrollada desde la metodología comunicativa que parte de una muestra que incluye una mayoría de mujeres del contexto de la PC, visibilizando su voz.

Me posiciono en la PC y, como mujer, siempre he percibido lo que evidencia el artículo: la mayoría de las publicaciones eran de hombres blancos, mayoritariamente estadounidenses.

He llegado a escuchar que esto era así porque apenas había mujeres en la PC. No es cierto. Llevo toda mi vida profesional viéndolas trabajar, aprendiendo con y de ellas. Son reales: Paqui, Iolanda, Rosa, Lidia, Marta, Irene, Patri, Carmen, Marta, Esther, Sara, Laura…una lista enorme que podría continuar desgranando a lo largo de varios párrafos incluyendo mujeres ligadas a la PC en el ámbito autonómico, estatal e internacional, en varias franjas de edad, en distintos lugares del sistema educativo, mujeres que trabajan cada día.

Sería injusto afirmar que todos los educadores críticos son hombres sexistas, que invisibilizan a sus compañeras, que miran hacia otro lado ante la violencia de género (VdG). Porque no es cierto. Muchos de ellos han roto el silencio, se han posicionado junto a las víctimas, han impulsado acciones e investigación contra la Violencia de Género Aisladora (Isolating Gender Violence, IGV), han investigado sobre las Nuevas Masculinidades Alternativas (NAM) con las que se identifican, siempre han estado a nuestro lado, han roto moldes y silencios en las escuelas e institutos, en las escuelas de formación de personas adultas, en la universidad pública. Siempre están dispuestos a ayudar, y muchas veces lo hacen a costa de su propia economía. 

Sin embargo, hay otros hombres, iconos de la PC, que esperan recibir tratamiento de superstars, que están encantados de haberse conocido a sí mismos y a los que su afán de enriquecimiento lleva a exigir aforos concretos garantizados para impartir una conferencia, o a exigir unas retribuciones desmesuradas. Cualquier persona que haya organizado Jornadas o Congresos se habrá encontrado con personas así. Primero preguntan lo que van a cobrar, después se interesan por el tema y, de paso, consiguen que nos desinteresemos por su participación. Porque la PC es otra cosa. Son pocos, pero haberlos haylos.

En el artículo se evidencia que la excusa preferida, para no hacer ninguna transformación real, es afirmar que es imposible hacerlas. Esta situación la conoce todo el mundo y lo triste es que está naturalizada porque la mayoría no aborda el problema, no rompe el silencio. Además, una segunda conclusión que nos revela el artículo, en los contextos en donde se habla menos de VdG y de IGV son precisamente los contextos en los que es más frecuente y está normalizada. Otra investigación, importante en relación a la IGV  dirigida por Patricia Melgar ,ha demostrado que el 40% de las persones que no actúan dando soporte a las víctimas, no lo hacen por miedo a represalias o porque saben que si lo hacen y hay problemas, nadie las ayudaría a ellas.

La tercera conclusión da en la diana al plantear “la aceptación sumisa de las palabras de los autores independientemente de su influencia en la transformación de la educación y la sociedad”.

La investigación que se genera en la PC debe tener impacto social: en nuestras clases, en los centros educativos, en la sociedad. El artículo plantea un punto muy importante, desde la PC, científica y éticamente no podemos dejar al estudiantado, y más si son menores, “en manos de autores que guardan silencio e incluso colaboran activamente con la VdG y/o con la IGV.

Tres ejemplos. Todas las mujeres y los hombres que llevamos muchos años trabajando en el contexto de la PC sabemos que reclamar un lenguaje no sexista en los documentos elaborados desde la PC ha llegado a ser un problema en numerosas ocasiones. Es un indicador del sexismo larvado. Cuando, durante años, hemos explicitado que el lenguaje y la realidad se influyen mutuamente y que queremos ver visibilizadas a las niñas y a las mujeres ( la mitad de la humanidad) en los documentos que elaboramos, mientras que algunos compañeros han entendido la reflexión, nos han apoyado, y en sucesivos documentos han hecho un uso no sexista del lenguaje, preocupados por el tema, otros han defendido que era una tontería, una pérdida de tiempo y han ignorado nuestra voces.  Mientras en algunos grupos de investigación se favorecía a los becarios, quedaban invisibilizadas las becarias o algunas profesoras que trabajaban igual o más que sus compañeros, relegadas a un papel secundario. ¿Es ese el comportamiento que se espera de un investigador comprometido con la PC?. La investigación de rigor científico ya ha demostrado que este sexismo indica que la desigualdad es real. La VdG implica que algunos hombres piensan que pueden ejercerla contra las mujeres por el simple hecho de ser mujeres.  No se puede abordar la VdG desde contextos sexistas.

Porque como argumentaba Paulo Freire en “El grito manso” (2008, p.53) en realidad hablamos de democracia: “¿Cómo puede un profesor machista escuchar a una mujer, o un profesor racista a un negro? […] Si usted es machista, asúmase como machista pero no se presente como demócrata usted no tiene nada que ver con la democracia. Si en cambio usted insiste en sus sueños democráticos, entonces va a tener que pensar en ir superando su machismo, su clasismo, su racismo”.

Al leer, al escuchar a estos autores, grandes popes de la PC, deberíamos tener en cuenta que si realmente fueran críticos no se identificarían en la práctica con personas que observan la violencia sin actuar (Bystander). Desde la PC solamente hay un posicionamiento, y pasa por intervenir (Upstander). No se puede identificar como integrante de la PC a quien se posiciona junto a los acosadores o mantiene un silencio cómplice. Como señalaba Freire debemos tener muy claro a favor de qué y de quién trabajamos y, consecuentemente, en contra de quién y de qué. Con nuestro posicionamiento reforzamos poder o restamos poder.

Estamos al servicio de la sociedad civil y, por tanto, a favor de la transformación social. Y no se puede generar tejido social solidario cuando se exige un trato de superstar en unas relaciones educativas que, desde la PC, siempre deben ser entre iguales, horizontales. Cuando el lucro personal o egos hiperbolizados, y no la transformación de nuestros contextos cotidianos de trabajo, es el objetivo final que regula nuestras acciones, la misma esencia de la pedagogía crítica se pervierte.

No se mantiene que es imposible transformar la educación, cuando ya hay evidencias reales de transformación, que muestran que hay una infancia, una adolescencia y unas personas adultas vulnerables que, gracias a estos centros educativos, ya han conseguido mejores opciones de vida y de futuro. Cuando eso lo dice un supuesto-a educador-a crítico lo que en realidad hace es apoyar la pedagogía de la queja, en lugar de la pedagogía de la posibilidad freireana.

Es evidente la invisibilización de las educadoras críticas, eso no sería posible si el contexto educativo crítico, nacional e internacional, no estuviera también afectado por el sexismo, por el androcentrismo docente e investigador, ya demostrado por la investigación, un sexismo igual que el que afecta al resto de la sociedad, porque de ella formamos parte. Romper el silencio en la PC es necesario. Es urgente. Si realmente nos posicionamos en la PC no es cuestionable.

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