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Hace ya muchas décadas que la evidencia nos ha mostrado que para superar la violencia de género es imprescindible la intervención desde el contexto, que los testigos se pongan al lado de las víctimas a la hora de romper el silencio. Sin embargo, también la evidencia nos ha mostrado que más del 40% de las personas que no actúan cuando conocen un caso de violencia de género afirman no hacerlo por miedo a represalias.

El término “Acoso Sexual de Segundo Orden” (SOSH por sus siglas en inglés) no ha logrado suficiente impacto desde su formulación hace ya más de veinte años, por eso desde 2016, CREA ha estado trabajando para definir el concepto y formular el nombre de la “Violencia de Género Aisladora” (IGV por sus siglas en inglés). Para la construcción de este nuevo concepto y nombre, se llevó a cabo un proceso dialógico en el que se incluyeron personas diversas del campo de la ciencia, la política, los gobiernos, organizaciones sociales, así como supervivientes y otros miembros de la comunidad. El resultado de este trabajo, que perseguía el impacto científico, político y social necesario para acabar con la violencia de género, se ha publicado recientemente por la revista Géneros en el artículo The Concept and the Name of Isolating Gender Violence. El nuevo término permite recoger todos los tipos de violencia de género (no solamente el acoso sexual), dando una perspectiva más amplia a la violencia de género, y ayuda a determinar que el objetivo de este tipo de violencia ejercida contra quienes apoyan a las víctimas es, precisamente, aislarlas. 

En el trabajo se aplicaron los criterios de impacto político y social del programa de investigación de la Unión Europa Horizon Europe que se estaban elaborando simultáneamente a esta investigación. Esos criterios incluyen en primer lugar la co-creación del conocimiento entre personas dedicadas a la ciencia y la ciudadanía; en segundo lugar, la sostenibilidad de la propuesta, y, por último, un impacto social sólido. Las evidencias presentadas en este artículo demuestran que ese impacto ha sido muy relevante en el campo científico, puesto que se han logrado ya siete publicaciones JCR a este respecto, pero también en el campo político y legislativo, donde se ha logrado que una legislación que incluía el concepto de IGV, pionera a nivel mundial, fuera aprobada por unanimidad en el Parlamento catalán en diciembre de 2020 y que otras Comunidades Autónomas estén ya siguiendo su estela. También el impacto alcanza a otros entornos sociales, como las numerosas entidades que han incluido en sus códigos éticos la lucha contra la IGV. Nos encontramos, sin duda, ante un excelente ejemplo de cómo la investigación, las mejores evidencias, pueden ayudarnos a construir una sociedad más justa e igualitaria, libre de violencia.

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