El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es una de las mayores redes formadas por Iglesias y comunidades del mundo con presencia en más de 110 países y territorios, en representación de más de 560 millones de personas cristianas, la mayoría de ellas ortodoxas, pero también anglicanas, bautistas, luteranas, metodistas, reformadas y muchas Iglesias unidas e independientes. Aunque las primeras que se unieron para formar el CMI eran europeas o norteamericanas, actualmente la mayoría de las integrantes son de África, Asia, el Caribe, América Latina, Oriente Medio y el Pacífico.
Las comunidades que se unen a la red comparten el objetivo de realizar un servicio cristiano atendiendo a las necesidades humanas, eliminando las barreras que separan a las personas, buscando la justicia y la paz y salvaguardando la integridad de la creación. Su labor tendiendo puentes de entendimiento entre pueblos, naciones y comunidades a escala nacional e internacional, ha sido reconocida recientemente con el premio Bridge Builder Award.
Una de las acciones que el Consejo ha estado implementando desde 2016 es un proyecto en asociación con UNICEF que tiene por objetivo poner fin a la violencia contra las niñas y las mujeres en países como Nigeria, donde, según afirma el reverendo Dr. Benebo Fubara-Manuel, presidente del Consejo Cristiano nacional, el gobierno no ha podido detener a Boko Haram y ahora, el grupo terrorista, está extendiendo su violencia en el sur del país.
Fubara-Manuel, quien además es vicepresidente de la Confraternidad de Consejos e Iglesias Cristianas en África Occidental, cree que las Iglesias tienen un papel importante en la sensibilización de las comunidades sobre la violencia contra las niñas y las mujeres. También pueden ayudar a aclarar las posiciones teológicas que perpetúan la violencia, así como exigir cuentas a las personas que la ejercen.
La Reverenda Dra. Rachel Lateju, Directora Ejecutiva de la Unión de Mujeres Misioneras de la Convención Bautista del país, que trabajan con mujeres víctimas de violencia que se hallan en los campamentos para personas desplazadas, advierte que su impacto es terrible. R. Lateju explica que muchas de ellas viven con miedo, pero aún así confían mucho en el papel de la Iglesia y esperan recibir su ayuda en tiempos de problemas.
Efectivamente las Iglesias se han movilizado para ofrecer apoyo físico, financiero, emocional, espiritual y material, incluidos alimentos y ropa y son un pilar fundamental para las mujeres, las niñas y los niños a medida que se han convertido en blanco de una creciente inseguridad y violencia.
Al mismo tiempo, personas líderes cristianas de alto rango actúan como altavoz, denunciando cada vez en más espacios, el aumento de la violencia en Nigeria y reivindicando la necesidad urgente de ponerle fin, así como de restaurar la seguridad y la tranquilidad en el país.
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