
El pasado lunes 24 de mayo se conmemoraba el Día Internacional de la Mujer por la Paz y el Desarme, cuyo origen se sitúa a principios de la década de los 80, cuando personas feministas de toda Europa se unieron para protestar por la acumulación de armas y especialmente armas nucleares. Desde entonces, cada año la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF, por sus siglas en inglés), la organización pacifista más antigua del mundo, nacida en 1915 tras celebrarse el I Congreso Internacional de Mujeres en La Haya, honra su legado.
Las consecuencias de la violencia armada para la población civil son devastadoras en muchos sentidos pero las mujeres, las niñas y los niños son especialmente vulnerables. Muchas experiencias en todo el mundo han evidenciado desde hace siglos el vínculo que existe entre la violencia armada y la violencia de género. Persecución, corrupción, tráfico y otras formas de violencia sexual, abuso económico y pobreza extrema son algunos ejemplos de la violencia basada en el género y de la crueldad que ejercen quienes se sienten impunes en un conflicto bélico aprovechándose del poder que les da el uso de las armas y el descontrol en estas situaciones.
En este sentido, WILPF ha preparado una declaración en la que hace un llamamiento a los gobiernos para que tomen medidas con carácter inmediato que pongan fin a la amenaza diaria y los múltiples impactos que la violencia armada tiene sobre las personas y comunidades de todo el mundo.
Por otra parte, en todo el mundo muchas mujeres han jugado y están jugando un papel clave y muy eficaz en la transformación de las zonas de conflicto y los procesos de pacificación, y reclaman junto a diversos organismos internacionales una mayor inclusión de su voz en las negociaciones. Su participación está relacionada con el fomento del diálogo y la cooperación, pero sigue siendo significativamente menor a la de los hombres. Motivo por el que, aún hoy, más de 100 años después, WILPF continúa reivindicando que más mujeres lideren estos cambios, bajo el convencimiento de que la paz sólo sea posible cuando más mujeres y hombres feministas ocupen más puestos de poder, responsabilidad e influencia.
Ciertamente, y de acuerdo con la organización, el feminismo persigue la justicia social y es pacifista por definición. La internacionalmente reconocida autora feminista bell hooks en su libro Feminist Theory: From Margin to Center, lo describe como [..,] un movimiento para acabar con el sexismo, la explotación sexista y la opresión. La violencia, en sus múltiples formas, es el instrumento de la opresión, en base a ello sólo cuando acabemos con ésta, habremos alcanzado el sueño de un mundo libre y en paz.
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