
La vacuna de Pfizer y BioNTech, conocida como BNT162b2, ha sido la primera vacuna para COVID-19 en recibir la aprobación por parte de las agencias del medicamento. Esta vacuna, al igual que la desarrollada por parte de la empresa Moderna, se basa en una pequeña secuencia del ARN del virus (el ARN sería como el libro de instrucciones, la secuencia contiene la información necesaria para que éste sobreviva). Esta parte del ARN vírico conocida como ARNm es muy frágil, de manera que en la vacuna se encuentra protegida por nanopartículas lipídicas. Cuando estas nanopartículas entran en contacto con nuestras células, se fusionan liberando en su interior el ARNm. A partir de este momento una cascada de señales celulares llevará a la activación de las células del sistema inmunitario, las responsables de producir los anticuerpos y guardar esta información para el caso de una futura exposición al virus.
Del mismo modo que todos los fármacos antes de solicitar su aprobación para su uso clínico, la vacuna BNT162b2 también pasó varios ensayos clínicos. El 31 de diciembre de 2020 la prestigiosa revista The New England of Medicine publicaba los resultados de los estudios de su eficacia en humanos El estudio clínico contó con 43.548 participantes (recogidos desde el 27 de julio hasta el 14 de noviembre de 2020) a la mitad de los cuales se les inyectó placebo y a la otra mitad, la vacuna real. Este procedimiento es el habitual, y es que tener 21.728 personas a las cuales no se les inyecta la vacuna (sino una solución inocua, conocida como placebo) es necesario para poder demostrar la actividad de la vacuna y descartar el factor psicológico. Los resultados mostraron una eficacia altísima, y es que la vacuna transfiere una protección del 95% frente al SARS-CoV2.
Es importante tener en cuenta que el desarrollo de esta vacuna no partió de 0, de hecho, en enero de 2018 un estudio publicado en Nature Reviews titulado “mRNA vaccines – a new era in vaccinology” [Vacunas de ARNm: una nueva era en vacunología] ya indicaba su potencial. El trabajo sacaba a la luz las ventajas de las vacunas de ARNm, entre las cuales, la mayor eficacia. Por otro lado, la fragilidad del ARNm, y por lo tanto la dificultad a la hora de manufacturar estas vacunas (por ejemplo, la necesidad de temperaturas de -70ºC) es una de las principales desventajas.
En 1990 se publicaba en la revista Science el primer estudio “Direct gene transfer into mouse muscle in vivo” demostrando el mecanismo biológico de la inyección de ARN y, durante los últimos años, las vacunas de ARN en modelos animales han demostrado eficacia contra virus como el Zika o la rabia. De manera que, por mucho que las vacunas de ARN nos suenen a nuevas, no son en ningún caso desconocidas, la comunidad científica lleva décadas trabajando con ellas y gracias a ello ha sido posible un desarrollo tan rápido.
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