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Mujeres víctimas de violencia de sexual y de género comienzan a tener una salida laboral en el mundo de la construcción y con ello la posibilidad de reconstruir sus vidas y cuidar a sus hijas e hijos gracias a la formación y el apoyo que reciben en la organización benéfica Unión de Corazones Compasivos. 

Este proyecto se sitúa en una región asolada por años de conflicto étnico que han golpeado a las mujeres con especial dureza, donde las violaciones y la violencia contra las mujeres se han utilizado como arma de guerra habitual y en la que las personas empleadoras tienden a discriminar a las mujeres, especialmente a las madres. A estas dificultades hay que añadir el desamparo en el que suelen quedar las mujeres víctimas de violación, quienes son acusadas de deshonrar a sus familias y es muy común que sean expulsadas de sus casas y sus comunidades. 

Este es el caso de Aline (nombre ficticio) que participa en el programa de formación y empleo quien comentó a la Fundación Thomson Reuters “Esta capacitación me va a ayudar en el futuro, especialmente en el cuidado de mi bebé… Mi objetivo es encontrar un trabajo después de la formación”. Como Aline son al menos doce las mujeres que están rompiendo estereotipos aprendiendo, a la vez que realizan, un trabajo que suele ser realizado por hombres, pero que con la ayuda de las redes sociales, se abre cada vez más para las mujeres.  

Lauren Muntu Kintadi creó la organización benéfica Unión de Corazones Compasivos en 2018 con el objetivo de  ayudar a las madres solteras y a otras mujeres necesitadas a encontrar un trabajo remunerado y se dio cuenta de que había una demanda en la construcción. 

Muntu ha aceptado trabajar con el Instituto Nacional Congoleño de Preparación Profesional, que ofrece formación técnica y profesional para personas adultas, y está recibiendo cada vez más ofertas de trabajo. “Siempre he tenido debilidad por los trabajos que la sociedad considera que son sólo para hombres, pero se trataba principalmente de aprovechar una oportunidad… Esto nos permite acceder fácilmente al mercado laboral y sobre todo nos ayuda a luchar contra los estereotipos y todo tipo de discriminación contra la mujer, la que ve a las mujeres como débiles”, afirma.

Esta iniciativa es un nuevo ejemplo de la importancia que tienen tanto la solidaridad como la educación para cambiar las realidades de las personas que, de manera individual, tendrían un camino seguramente más largo y difícil para salir de las situaciones de desigualdad e injusticia en las que se encuentran. Esto, a la vez que desmontan estereotipos y renace la ilusión de un futuro mejor. 

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