Las activistas de salud social acreditadas – o trabajadoras de ASHA – son trabajadoras sanitarias reconocidas por el gobierno indio que desde marzo están jugando un rol esencial en la contención de la COVID-19. Esto, que ha significado un aumento considerable de sus horas de trabajo, no se ha visto reflejado en sus salarios, lo que las ha llevado a manifestarse para exigir mejores condiciones.
Desde 2005 son el primer contacto de salud de las personas que viven en la India rural, donde a menudo el acceso directo a los centros de salud es limitado o inexistente. Desde la creación del ASHA, sus miembros son consideradas trabajadoras voluntarias, ya que originalmente era una labor pensada para ser realizada por las mujeres, en paralelo a sus obligaciones diarias. Por este motivo no están cubiertas por la legislación sobre el salario mínimo de los gobiernos estatales.
Dentro de sus responsabilidades habituales está el cuidado de las madres y los bebés, dan medicinas primarias, hacen campañas de salud, forman y acompañan a las personas que requieren asistir a los centros de atención médica. Por este trabajo no se les paga, sino que se les dan incentivos al cumplir los objetivos de trabajo y ganan bonificaciones por un salario mensual medio de 4.000 rupias (54 dólares) que el ejército indio de trabajadoras sanitarias rurales considera irrisorio, ya antes de la crisis de la COVID-19.
La actual pandemia ha hecho que esta situación sea insostenible para el millón de trabajadoras sanitarias rurales ya que, además de todas sus responsabilidades habituales, ahora son un pilar esencial en la lucha contra el coronavirus, entre otras cosas realizando controles puerta a puerta para localizar a los pacientes.
Esta nueva carga de trabajo no se ha visto reflejada en un aumento de sus ingresos y es por esto que se declararon en huelga este mes para exigir el reconocimiento de su trabajo, un mejor sueldo y equipos de protección adecuados.
“Ahora trabajamos a todas horas, sin días libres”, dijo Mhaske, de 33 años de edad, a la Fundación Thomson Routers. Ella solía hacer turnos de trabajo agrícola para complementar sus ingresos de ASHA antes de que la pandemia de coronavirus golpeara a la India en marzo. “Todo lo que nosotras (las trabajadoras de ASHA) decimos es que el gobierno debería pensar en nosotras”, añadió.
Aunque recientemente recibieron un aumento del 33% de su salario mensual básico (1000 rupias) debido al nuevo coronavirus, las trabajadoras no han visto incrementados sus ingresos totales debido a que no pueden realizar las otras tareas por las que son bonificadas.
Por parte de los economistas laborales y activistas, se ve claramente la situación de injusticia en el que viven estas trabajadoras “En nombre del servicio a la comunidad, están trabajando sin una remuneración o derechos acordes”, dijo K.R. Shyam Sunder, profesor de la Escuela de Administración Xavier en Jharkhand. “Esto equivale a indignidad o trabajo indigno… los beneficios de su trabajo para la sociedad superarán con creces el escaso coste económico de su regularización”, sentenció.
A día de hoy, el Ministerio de Salud de la India no ha respondido oficialmente a las demandas de las trabajadoras de ASHA de un salario base de 10.000 rupias al mes y apela a que cada estado pueda incrementar los salarios, más allá de lo que haga el gobierno central.
Frente a esta postura, Ranjana Nirula, convocante del Comité de Coordinación de todas las trabajadoras de ASHA señaló que “… no hay una estructura de pago clara para todo el país”, agregando que “Esto es parte del trabajo no remunerado de las mujeres y se ve como una extensión del trabajo que las mujeres hacen en el hogar.”
En los próximos meses la carga laboral de las trabajadoras seguirá aumentando ya que India, con sus 3.2 millones de casos, aún no llega al punto más alto de la curva de contagio, pues existe un masivo retorno de los trabajadores a sus pueblos.
“Las trabajadoras de Asha han surgido como la columna vertebral de la atención primaria de salud en la India”, dijo el médico Abhay Bang, fundador de la organización de salud pública sin fines de lucro ‘Search’. “A lo largo de los años, su trabajo ha pasado de ser de tiempo parcial a tiempo completo”, dijo, añadiendo que su jornada laboral media era de al menos 12 horas. “Se les llama trabajadoras comunitarias, por lo que no se les paga el salario del gobierno. Pero mantienen un control total sobre ellas.”
El Primer Ministro indio, Narendra Modi, ha reconocido el esfuerzo de ASHA, homenajeado a sus trabajadoras. Pero este reconocimiento no les sirve de nada a estas mujeres si no va de la mano de medidas de protección y de una remuneración que les permita vivir justa y dignamente.
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