La degeneración progresiva de los fotorreceptores de la retina es una de las causas más frecuentes de discapacidad visual severa en poblaciones desarrolladas y envejecidas. Las dos enfermedades degenerativas retinianas más prevalentes son la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) y la retinosis pigmentaria (RP). La RP es una enfermedad rara que tiene un índice de afectación reducido, mientras que la DMAE afecta a alrededor del 1.4-20% de la población de entre 70 y 90 años en todo el mundo. En ambos casos, se trata de enfermedades en las que la visión se pierde progresivamente.
Varios grupos de investigación han trabajado con terapia génica para reactivar la retina, pero todavía están en experimentación preclínica o en fases tempranas de pruebas en humanos. También se han diseñado prótesis retinianas, sin embargo, la falta de sensibilidad y resolución, y la necesidad de cableado o cámaras externas, han limitado su aplicación.
Recientemente, han sido las nanopartículas poliméricas las protagonistas de una nueva prótesis líquida de retina. Un equipo internacional científico liderado por el Istituto Italiano di Tecnologia (Italia) y con la participación de la Universidad de Granada (UGR) demostraron como unas nanopartículas de un tamaño de 300 nm (300 veces más pequeñas que el diámetro del pelo) devolvían la visión a ratas enfermas de retinosis pigmentaria. El estudio, titulado Subretinally injected semiconducting polymer nanoparticles rescue vision in a rat model of retinal dystrophy, fue publicado en la prestigiosa revista Nature Nanotechnology.
El problema de la RP es la falta de reacción a la luz por parte de las neuronas de la retina, es como si estuvieran inactivas. Al inyectar las nanopartículas, éstas actúan como conductores de la luz que se convierte en un impulso eléctrico para la neurona, de este modo la neurona se activa. En las pruebas con las ratas, la recuperación de la visión ha perdurado por 8 meses sin la necesidad de más inyecciones. El próximo paso es la experimentación en cerdos y finalmente lo será en humanos, aunque seguramente transcurrirá entre 2 y 4 años.
El tamaño “nano” de las partículas, sus características de biocompatibilidad y semiconductoras las hacen muy atractivas para aplicaciones biomédicas, no solo para la activación de fotoreceptores en enfermedades degenerativas de la retina, sino también posiblemente en un futuro otras enfermedades del sistema nervioso central.
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