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Las mujeres con bajo nivel educativo presentan un doble riesgo de exclusión, es decir, el bajo nivel educativo, combinado con un bajo desarrollo de las habilidades, puede aumentar el riesgo de las mujeres a participar en la esfera social, política y cultural de su comunidad y, así, reducir su empleabilidad.

Por ello, en el artículo Benefits of adult education participation for low educated women [Los beneficios de la participación en educación de adultos para las mujeres con bajo nivel educativo] las personas investigadoras exploran los efectos de la educación para personas adultas en las mujeres con bajo nivel educativo. La muestra del estudio fueron 5.838 mujeres europeas con un nivel educativo que abarcaba desde no haber recibido educación formal o solo la anterior a la educación primaria, hasta primer ciclo de educación secundaria.

Entre los resultados se observó, en primer lugar, que estas mujeres tenían menos estrategias de aprendizaje, menos participación sociopolítica, mayor nivel de desempleo y peor salud. Sin embargo, participar en actividades de educación no formal para personas adultas marcaba una diferencia. De hecho, el haber participado de esas actividades en los últimos doce meses probó ser más relevante que el nivel educativo inicial y el contexto familiar. Por ejemplo, se vio que la educación para personas adultas tuvo efectos en la empleabilidad de las participantes. Además, las mujeres con bajo nivel educativo que participaban en educación para adultos tenían mayores niveles de seguridad sociopolítica y de participación cultural (como participar de voluntarias en distintas actividades). Finalmente, los resultados apuntaron a una mejora de la salud.

En conclusión, la educación para personas adultas puede ser una herramienta de transformación social, empoderando a esas mujeres para participar de manera activa y efectiva en la sociedad.

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