A principios de año varios testimonios dijeron haber sido víctimas de abusos sexuales en la Abadía de Montserrat, entre los años 72 y 99, cuando eran menores de edad. Apuntaban como responsable al monje Andreu M. Soler, quien fue responsable del grupo de escoltas de la abadía durante más de 30 años. 

Ante esta situación, el actual abad de Montserrat constituyó una comisión para estudiar exhaustivamente lo sucedido. Sus resultados, hechos públicos por la propia abadía, confirman que Soler cometió los abusos por los que fue denunciado y lo califican de “depredador sexual”. Además, a raíz de esta investigación, dos nuevos casos de abusos, en este caso  en la escolanía, han sido destapados. Miquel Hurtado, una de las víctimas, ha exigido la dimensión del actual abad porque según él era conocedor de los abusos que Andreu Soler cometía, y lo encubrió.  

Ha habido un reconocimiento público de la abadía de no haber protegido a las víctimas, y quieren apoyarlas; el abad les ha pedido perdón en nombre de la institución por la actuación anterior y, además, ha decidido nombrar un “delegado de protección de menores”, cargo que hasta ahora no existía, y que será desarrollado por un profesional externo al centro. Esta nueva medida pretende ayudar a prevenir, evitar y actuar con mayor eficacia en caso de que algo sucediera.  

Realizar una investigación cuando hay sospechas, en vez de tratar de ocultar o justificar lo sucedido, contribuye a limpiar las instituciones de los peores abusadores y demuestra a la víctimas que no están solas y que denunciar sirve también para que lo que ellas han padecido no les suceda a otras personas. De hecho, la propia institución ha reconocido que no actuó cuando había indicios de lo que estaba pasando.

Por el contrario, la falta de investigaciones, sobre todo cuando hay “rumores”, no quiere decir que nada suceda, simplemente que la institución no está actuando, poniéndose así del lado de los abusadores y no del lado de las víctimas. Si no eres parte de la solución, eres parte del problema.   

Aunque en algunas instancias se crea que no sea suficiente, es más de lo que tenemos en las universidades, todavía se espera una rectificación pública y posicionamiento claro en favor de las víctimas de acoso sexual tanto directas como de segundo orden. Si todas las instituciones fueran dando pasos hacia la protección efectiva de las víctimas, iremos asegurando entornos seguros donde se practique y no solo se escriba la tolerancia O en cualquier espacio. 

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