Hasta ahora, era sabido que el nivel de desarrollo de un país se medía mediante el PIB (Producto Interior Bruto) o el PIB per cápita, que mide la riqueza de todo un país y la divide entre su población. Pero, ¿es esta una forma de medición inclusiva?
El Foro Económico Mundial ha considerado este año que, según personas expertas, se trata de una idea fija, pero que no ayuda a saber la capacidad de cierto país para hacer frente a posibles crisis, así como alimentar a estrategias a corto plazo y a la desigualdad. Por ello, se ha desarrollado un índice que en lugar de destacar diferencias, mida el desarrollo de un país mediante la inclusividad. Se trata del Índice de Desarrollo Inclusivo (The Inclusive Development Index 2018) y básicamente mide tres indicadores de rendimiento considerados como pilares para el desarrollo de un país. Estos son el crecimiento y desarrollo (en él se incluye el PIB, pero también la esperanza de vida); la inclusión (los ingresos de los hogares y las tasas de pobreza), y la equidad intergeneracional y la sostenibilidad (número de personas trabajadoras, la proporción entre jóvenes y mayores, así como las deudas que abarca el país en cuestión).
De las 103 economías que se analizaron, Noruega ocupa el primer puesto como la más inclusiva. En general, los pequeños países del norte de Europa dominan los diez primeros puestos y Australia es la única no europea que está entre el top diez, ocupando el noveno lugar.
En cuanto a las economías emergentes, aunque hay algunas que se configuran dentro de este índice, como Rumanía, Panamá, Uruguay, Lituania y Hungría, entre otras, su situación, según el Foro Económico Mundial, es preocupante puesto que su crecimiento económico ha sido de un 7% entre el año 2012 y el 2016 y la inclusión creció un 4,6%, pero su equidad intergeneracional disminuyó un 2,1%.
En todo caso, iniciativas como el Índice de Desarrollo Inclusivo resultan ser soluciones para un impacto social positivo que nos incluyan a todas y a todos y así emprender el camino hacia la mejora.
