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La investigación ha explorado el papel de los mercados capitalistas en la configuración de la sociedad y como determinantes sociales. El estudio Defying Predatory Capital: Embracing Beauty, Resisting Ugliness, and Striving for Freedom , publicado en la revista ‘International Journal of Sociology of Education’, aborda el papel determinante del “capital depredador” en la explotación de diversos aspectos de la vida humana, incluidas las relaciones, el arte y la música buscando el beneficio económico sin importar las consecuencias sociales de su actividad sobre cuestiones tan relevantes como condicionar el gusto por el arte y la belleza    -apoyando corrientes “artísticas” muy alejadas de lo artístico y de la cultura del esfuerzo- e influir en las relaciones afectivo-sexuales y la violencia de género -promoviendo la asociación entre relaciones despreciativas y una supuesta “libertad”-.

En las sociedades capitalistas actuales, la influencia de las fuerzas del mercado se extiende más allá de las transacciones económicas y configura las estructuras y normas sociales. En este contexto, se denomina “capital depredador” a aquellas actividades económicas que buscan maximizar las ganancias a partir del empeoramiento de las vidas de las personas. Estas actividades tienen profundas implicaciones en varios aspectos de la vida humana, incluida la relación de la sociedad con las nociones de fealdad, belleza, libertad y violencia de género. Sin embargo, en su insaciable búsqueda de maximización de las ganancias, el capital depredador hace caso omiso de las consecuencias sociales más amplias de sus prácticas, perpetuando e incluso promoviendo dinámicas perjudiciales que socavan la capacidad de acción y libertad individual.

Maximizar ganancias a través de la fealdad

El capital depredador ha creado y desarrollado durante el siglo XX diversos nichos de mercado que le han proporcionado altísimos beneficios a muy bajo coste. Tres de los nichos más importantes han sido la publicidad comercial para obligar a las mujeres a fumar, coaccionar a los y las jóvenes a tener relaciones sexuales despreciativas en la vida nocturna y obligar a la ciudadanía a despreciar la belleza en las artes. A principios del siglo XX, muy pocas mujeres fumaban y pocas desarrollaron cáncer de pulmón hasta los años 60. La coalición entre la American Tobacco Company y un sobrino de Freud, planeó cómo imponer a las mujeres el deseo de fumar. Así consiguieron que algunas mujeres fumaran y se presentaran públicamente como mujeres modernas y libres, mientras que retrataron a las que no fumaban como tradicionales y sumisas. Este discurso coercitivo les proporcionó altísimas ganancias durante décadas y provocó diversas consecuencias negativas para las mujeres, por ejemplo, cada año medio millón de mujeres mueren en la actualidad por cáncer de pulmón. Muchas mujeres intelectuales de aquella época apoyaron esta publicidad, presentándose como feministas libres e identificando como no feministas y tradicionales a las mujeres que decidían tener hijos. Estos referentes empujaron a muchas mujeres populares a comenzar a fumar como muestra de su “liberación” juzgándose como tradicionales y no feministas a aquellas que optaban por no hacerlo. Este proceso silenció las aportaciones científicas que alertaban sobre las consecuencias del tabaquismo para la salud pública.

Años después se desarrolló otra campaña publicitaria que impuso a los y las jóvenes la obligación de participar en la vida nocturna para evitar recibir etiquetas como aburridos o aburridas y poco atractivos o atractivas (jóvenes que hasta el momento, si no se habían emancipado, compartían con su familia su salario para contribuir a la economía familiar, dejaron de hacerlo para gastarlo en el “ocio nocturno”). Beber alcohol, participar en la vida nocturna, comprar una moto o un coche comenzaron a considerarse símbolos de libertad (al igual que ocurrió con el tabaco). Estos contextos nocturnos se asociaron a la proliferación de relaciones sexuales esporádicas y despreciativas como otro símbolo de “libertad”. Quienes rechazaban este tipo de relaciones eran etiquetados/as como aburridos/as y poco atractivos/as.

En cuanto al arte, en 1917, un urinario fue presentado como arte y posteriormente fue considerado como “la obra de arte más relevante del siglo”. Se venden copias autorizadas de este urinario por entre 3 y 4 millones de dólares, aunque cualquier ser humano es capaz de llevar un urinario del baño al museo y es muy rápido y sencillo hacerlo. Por supuesto, el coste-beneficio para el capital depredador de la fealdad es mucho mayor que el de la belleza. Un cuadro como “La Nascita di Venere” de Botticelli, tiene un coste muy elevado: sólo muy pocas personas en el mundo serían capaces de crearlo y deberían dedicar mucho tiempo a ello.

Belleza y fealdad en el sexo

Las investigaciones existentes muestran que las relaciones igualitarias y significativas son clave para el bienestar y el florecimiento humano. Valores como el deseo, el atractivo, el respeto o el romanticismo están presentes en las relaciones afectivo-sexuales igualitarias, que pueden ser de todo tipo, estables y esporádicas, así como en otros tipos de relaciones. 

Plenamente consciente de que las relaciones humanas de calidad no cuestan dinero, y que el amor y la amistad no generan lucro, el sector capitalista más machista ha perseguido sin piedad el máximo beneficio a costa del deterioro de la vida de las personas, vinculando la atracción a conductas y actitudes violentas retratando a los hombres con dichas actitudes como más deseables. Los efectos de este discurso coercitivo dominante se han observado en ciertas interacciones entre iguales donde se ejerce presión para mantener relaciones no deseadas, lo que a su vez fomenta dinámicas tóxicas y abusivas, incluidas las que tienen lugar en contextos de ocio nocturno. A través de estas prácticas, esta forma de capital ha fomentado la idea de que las relaciones afectivo-sexuales son “de usar y tirar”, promoviendo una cultura vinculada a la fealdad en el sexo y a la falta de libertad a la hora de elegir tener unas relaciones u otras.

Los estudios de socio-neurociencia, han evidenciado cómo este discurso coercitivo en la atracción hacia modelos violentos promueve la consolidación de redes neuronales en el cerebro que asocian atracción y violencia. Esta asociación es resultado tanto de la socialización en el gusto por estos modelos violentos como del hecho de compartir estas experiencias como deseables con nuestro entorno cuando realmente no han sido así. 

Belleza y fealdad en la música

La literatura científica ha analizado los impactos de escuchar algunas canciones sexistas y sus implicaciones educativas. Existe una alta exposición a canciones de contenido sexista tanto en jóvenes como en niños y niñas de edades cada vez más tempranas. Estas canciones sexistas y violentas están vinculadas a una forma de socialización de los y las jóvenes que promueve un tipo de relaciones basadas en el desprecio y la falta de afectividad, y podemos escucharlas en fiestas y actividades escolares, actuaciones deportivas y culturales en cualquier etapa educativa.

En paralelo, existen muchas acciones educativas que pretenden ofrecer una visión crítica de dichas canciones y mostrar alternativas, sin embargo ya se sabe que, si no se hace a través del lenguaje del deseo, muchas de estas músicas alternativas no promovidas por el capital depredador pueden ser vistas como aburridas o snobs, pero no emocionantes. 

Si el lenguaje del deseo es atribuido a la música que promueve la fealdad y este discurso acaba penetrando en los grupos de iguales en las escuelas, es muy probable que la música que promueve la fealdad moldee el gusto de muchos y muchas jóvenes. De hecho, la interacción entre iguales sí juega un papel clave en el gusto y el consumo musical. 

 

El análisis presentado en este artículo arroja luz sobre cómo el capital depredador explota y manipula diversos aspectos de la vida humana para su propio beneficio. Es necesario que, de cara al futuro, la sociedad en su conjunto examinemos y cuestionemos críticamente estas prácticas. Esto es particularmente relevante para el campo de la educación, donde es urgente que profesionales y familias cuestionemos todos los modelos que se ofrecen dentro de los contextos educativos con el objetivo de dotar a niños, niñas y jóvenes de conocimientos y habilidades para desenvolverse en las relaciones de forma segura, fomentar redes de apoyo y desafiar las narrativas dañinas. Así lograremos hacer llegar los mejores referentes y las mejores creaciones humanas hacia todo el alumnado priorizando valores como el consentimiento, el respeto y la igualdad, con los que sin duda, construiremos una sociedad más bella, más libre y más justa para toda la ciudadanía.

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