Bosaso en el Norte de Somalia, situada en el punto marítimo estratégico en el Cuerno de África, sirve como la última parada para quienes buscan abandonar la región a través de la Ruta Oriental, un ruta que continua a través de Yemen y conduce a los Estados del Golfo.
La Ruta del Este es tomada mayoritariamente por hombres, aunque en los últimos dos años el número de mujeres se ha duplicado, de 53.000 en 2021 a 106.700 en 2022, según informa Reliefweb. Una realidad que está comportando denuncias de experiencias de desesperación y horror a las mujeres migrantes que a menudo relatan el abuso que han sufrido a lo largo de la ruta, como ser víctimas de matrimonios forzados con traficantes, explotación para obtener ganancias económicas que las someten a ciclos interminables de abuso, hasta ser víctimas de trata y situaciones de explotación mientras buscan oportunidades laborales en Medio Oriente.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brinda servicios a inmigrantes, como la atención a víctimas de trata a través de centros de respuesta a migrantes (MRC) en Bosaso y Hargeisa. El centro proporciona atención médica, agua, comida e información gratuita, así como, registra a las personas migrantes que desean regresar a sus hogares y remite los casos más vulnerables a casas seguras donde poder recibir una atención más personalizada. Pero, a medida que aumenta el riesgo de trata y explotación, la financiación para ayudar a los migrantes y las víctimas más vulnerables está disminuyendo. Algo que está afectando especialmente a las mujeres y niñas de la Ruta Oriental.
La limitación de la financiación está comportando que el trabajo que realiza la OIM para asegurar rutas seguras de migración se vea restringido, a pesar de trabajar de manera coordinada con autoridades locales del cuerno de África. Además, la OIM advierte que cumple con una función esencial de apoyo a las personas migrantes que necesitan una repatriación segura y voluntaria a través de vuelos chárter y transporte terrestre. Así como, también destaca su trabajo en el desarrollo de iniciativas de reintegración que ayuda a quienes regresan a reiniciar sus vidas con dignidad. Un trabajo que cabe visibilizar y proteger para que instituciones que trabajan para asegurar los derechos de las personas que, en una situación de alta vulnerabilidad, se ven forzadas a emprender el camino migratorio.
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