El auge del feminismo de los últimos años ha comportado cambios profundos en la forma de ver y entender el movimiento. Así como años atrás las personas, hombres y mujeres que defendían el feminismo, el fin del acoso sexual en todos los ámbitos, el respeto a la diversidad de las mujeres, tenían que alzar la voz en medio de ataques, cuestionamientos, difamaciones, etc. que aislaban a todo el mundo de querer posicionarse y comprometerse por la igualdad real entre hombres y mujeres, hoy en día algunos sectores pretenden apropiarse de la etiqueta “feminista” como una simple herramienta no, para lograr los fines colectivos de todas las mujeres, sino sus intereses particulares. En esta oleada de apropiaciones hemos visto como según qué acciones hagan algunas personas, son atacadas inmediatamente de antifeministas y en cambio según quienes hagan esas mismas acciones son erigidas inmediatamente como referentes feministas.
La actriz Emma Watson, por ejemplo, referente para muchas mujeres y chicas adolescentes por su discurso, su práctica y su forma de incluir y defender los derechos de todas las mujeres desde una perspectiva amplia, ha sido atacada criticándola porque iba de feminista y luego descubría una pequeña parte de su cuerpo. Personas que realizaban esos ataques ponen como referentes feministas a otras mujeres que descubren partes de su cuerpo. El muy antifeminista reparto de carnés de “feminista” no es nuevo de hoy, años atrás algunos entornos ya popularizaban las insignias como “Uno di noi” [uno de los nuestros], o el “estás conmigo o contra mí”. Dividiendo siempre los colectivos entre los que siguen las consignas de un grupo reducido y los que no. Unas prácticas que siempre se han significado por su autoritarismo y por la falta evidente de diálogo que hay en ellas, alejándose de construir un feminismo dialógico, plural, que tenga en cuenta a todas las voces vengan de donde vengan, en otras palabras, logrando que la mayoría de mujeres se alejen del feminismo.
Coordinadora del Metoo University