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En todo el mundo existen movimientos que están transformando las masculinidades tradicionales violentas y dominantes hacia masculinidades alternativas que se posicionan en contra de la violencia de género. Y, cada vez más, la comunidad científica internacional se encarga de certificarlo. A puertas ya del 2022, y echando un ojo a las últimas publicaciones del Web of Science, observamos grandes caminos para la esperanza. 

Por ejemplo, cabe destacar el enfoque que nos ofrece el artículo “We learn How to Become Good Men”: Working with Male Allies to Prevent Violence against Women and Girls in Urban Informal Settlements in Mumbai, India”publicado en la revista Men and Masculinities,  que nos acerca al esfuerzo y la transformación que centenares de hombres, jóvenes y no tan jóvenes, están llevando a cabo en asentamientos urbanos de Mumbai. Sin rechazar informar de las dificultades que la transformación conlleva, destacan algunas de las afirmaciones que algunos de estos hombres hacen después de confrontar en diálogo sus masculinidades, orientándose hacia su compromiso con la superación de la violencia de género. Afirmaciones que, sin duda, plantean grandes transformaciones. Uno de los investigadores lo recoge así:

“Nos reunimos en la casa de un participante porque no había espacio disponible ese domingo. Esta vez el tema fue la violencia contra las mujeres. A diferencia de la última sesión, el ambiente era más tranquilo; el aire estaba cargado de silencio y calor. Las respuestas fueron breves y hablaron en voz baja. Las mujeres se enfrentan a mucha presión, dijeron, desde sus hogares, desde la sociedad, desde la comunidad y desde la familia. «¿Qué podemos hacer?», se preguntaron. El animador sugirió ir con su grupo a ayudar a alguien en apuros. «¿Qué hacemos si el agresor sigue abusando?» preguntó Rakesh. «¿Y si no quieren llamar a la policía? El animador dijo que, en ese momento, si somos capaces de salvar la vida de una sola mujer, no debemos dudar en hacerlo. Hacia el final, el ambiente seguía siendo solemne; no había asentimientos de agradecimiento, ya que la mayoría de los participantes tenían la mirada fija en el suelo. Al irnos, un participante, Pratik, comentó con aprecio: «Parece que nos va a hacer llorar, señor».

Este artículo concluye que aún queda mucho por hacer para seguir consiguiendo este cambio social, y que dar un paso más pasa por ser capaces de promover, cada vez más, que la violencia de género debe tratarse claramente, también en estos asentamientos urbanos, como un problema social que nos afecta a todas y todos. Eso hará que el cambio social se dé con mayor profundidad.

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