image_pdfPDFimage_print

No es un eslogan, es pura racionalidad, fruto de la constatación de que el actual modelo de suministro alimentario resulta insostenible. 

Cuanto más crecen las ciudades, más decrecen las compras de mercancías de proximidad. En el sector alimentario, entre otras consecuencias, sucede que se acaba por desconocer cuáles son los productos de temporada. Hay personas que no saben si las cerezas vienen en primavera o en invierno, si la uva se vendimia en septiembre o durante todo el año. La ignorancia llega al punto de que hay niños y jóvenes que nunca han visto un pollo vivo, de forma que algunos llegan a creer que solo son aquello desplumado que ven en el supermercado.

No es ninguna minucia el daño que hace el transporte alimentario global. Grandes buques contenedores contaminan mar y aire trasladando frutas, verduras y aves de corral de un lado a otro. Es común encontrarnos con judías tiernas de Marruecos, manzanas de Alemania, ciruelas de Chile… ¿Tiene eso alguna explicación? Sí, la del gran negocio fomentado por la Organización Mundial del Comercio, totalmente indiferente a las emisiones de CO2 que provoca.

La gente corriente carecemos de fuerza para derribar este monstruo mundial, pero sí podemos reducir su expansión protegiendo tanto nuestro bienestar como la economía de nuestro entorno. Sabemos que los vendedores están obligados a indicar la procedencia de las frutas y de las verduras, lo podemos ver y podemos elegir. Como consumidores, está en nuestras manos incidir en las formas de producción y de comercialización. A fin de cuentas, incidir en la salud del planeta, que es la nuestra.

Views All Time
Views All Time
584
Views Today
Views Today
1
Secciones: Al reverso portada

Si quieres, puedes escribir tu aportación