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En los últimos años los medios de comunicación se han hecho eco de diferentes casos de corrupción política que han tenido  una gran repercusión social. Ello ha generado un debate público donde se ha puesto de manifiesto la inquietud de la ciudadanía para que la transparencia sea un eje central de las actuaciones políticas. Por definición, la corrupción es la práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de las organizaciones, partidos y cargos en provecho económico propio, generalmente de espaldas a las personas, y olvidándose así del bien común, por tanto, olvidándose también de la transformación social.

La corrupción va muy ligada a la política, pero la pérdida de sentido y de buenos referentes que implica no es exclusiva de la política en todos sus niveles, sino de cualquier contexto donde haya ciertas cotas de poder. En estos entornos está muy generalizada la idea de que ceder a la presión, aprovechar la oportunidad para un lucro personal, o ejercer cualquier tipo de corruptela es un hecho normalizado. Este mito forma parte de la corriente de opinión que ayuda a reproducir estereotipos y evita que se consolide la transformación social.

Algunas de las características de las Nuevas Masculinidades Alternativas, ya citadas en este mismo medio, son el rechazo total de la doble moral y la valentía de denunciar cualquier forma de violencia. Por tanto, ante un caso de corrupción, o ante la presencia de cualquier intento de perversión del cargo o situación que se ostente, una persona con actitudes de NAM, tendría una respuesta clara de rechazo, denuncia y posicionamiento activo. Esta actitud valiente no es fácil de mantener en según qué contextos hostiles, y es por ello que la alianza y el trabajo en equipo cobran, si cabe, mayor importancia.

Existe una diferencia muy importante de raíz entre las personas que ansían el poder y las personas que, sin buscarlo, lo ejercen con la convicción de asumir la responsabilidad que supone estar al cargo de un grupo de personas que van a tenerlas como referentes.

El liderazgo tiene un papel fundamental en la mejora de las organizaciones porque influye en ellas y porque también genera dinámicas de cambio social. Cuanto más dialógico sea el liderazgo ejercido, mayor impacto se trasladará a las sociedades actuales. Un liderazgo de este tipo no solo es garantía de una acción personal sin corrupción, sino que genera un entorno, sea cual sea la institución que se lidera, donde se potencian dinámicas que buscan una transformación social real, porque se alejan de la llamada doble moral, que en este caso, se representaría en la búsqueda del beneficio propio.

El liderazgo de una Nueva Masculinidad Alternativa es un seguro contra la violencia que supone la existencia de la corrupción a cualquier nivel. El liderazgo ejercido por una Nueva Masculinidad Alternativa ligado a las características de las mismas hace posible una verdadera transformación social.

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