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A lo largo de los casi dos años de esta sección se ha hablado con profundidad de algunos de los modelos de masculinidad que la literatura científica apunta como centrales para explicar su construcción. Sobre todo, se ha hecho hincapié en el papel de las nuevas masculinidades alternativas en la superación de la violencia de género y el rol que han tenido las masculinidades tradicionales, oprimida y tradicional, en su reproducción. 

En paralelo, se ha hecho extensiva en la prensa y en redes sociales algunas afirmaciones donde se ponen de relieve argumentaciones como: “todo hombre ejerce el machismo por el hecho de ser hombre”; “los hombres son maltratadores en potencia”, o “que no existe masculinidad sana”. Estas afirmaciones las suelen desarrollar perfiles tales como influencers, periodistas o intelectuales mediáticos sin ninguna investigación relevante con impacto científico y social. Este tipo de discursos, aparte de carente de evidencia científica, muestran también un alejamiento total y absoluto sobre la realidad que se manifiesta en lugares como las escuelas, las empresas u otros espacios de socialización en los que hoy en día se están definiendo las identidades masculinas. 

Las personas éticas que no se mueven por protagonismos mediáticos, pero sí actúan de forma comprometida y rigurosa; o bien investigando esta temática; o bien estando presente en los contextos cotidianos mencionados previamente, saben perfectamente que estas afirmaciones son radicalmente opuestas a la realidad. Por ejemplo, la investigación nos apunta que existen muchos chicos jóvenes de masculinidad tradicional oprimida que nunca ejercen la violencia ni tampoco el sexismo, sin embargo, por la presión de un discurso coercitivo dominante deben optar por reproducir el modelo tradicional dominante que sí ejerce ambas cosas. De modo que es totalmente reaccionario, conservador y negativo para la sociedad que existan discursos como los expuestos en el párrafo anterior porque los chicos de masculinidad oprimida al escucharlos, o socializarse en ellos, tienden a reconvertirse en una masculinidad más agresiva y sexista. 

Por suerte, existen personas mucho más responsables y conectadas con la cotidianidad de las masculinidades, que aquellos portavoces mediáticos que van difundiendo un discurso inocuo sin haber investigado nunca sobre el tema, o no haber pisado en mucho tiempo una escuela o cualquier oficina de una empresa. Las primeras son conocedoras, ya sea gracias a la investigación o su propia experiencia, que existen masculinidades que nunca han sido ni serán violentas ni sexistas. Ello lo saben porque tanto la ciencia y la realidad muestra como el entorno y las amistades refuerzan la valentía de no caer en el modelo tradicional dominante y superan de esta forma el modelo tradicional oprimido. Son las nuevas masculinidades alternativas que superan el discurso coercitivo porque son hombres valientes, que siempre son valientes. 

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