En la semana de la conmemoración del 8 de marzo como el “Día Internacional de las Mujeres” o “Día de la Mujer Trabajadora”, esta sección del DF quiere mostrar el apoyo profundo, sincero y rotundo en defensa de los derechos de las mujeres, que realizan los hombres comprometidos con el feminismo, con la igualdad y con la superación de la violencia de género.
El 8M tiene su origen en los diferentes movimientos que defendieron los derechos de las mujeres trabajadoras que surgieron con la idea de cambiar las condiciones laborales y de violencia que las mujeres sufrían y que aún se mantienen.
El 8 de marzo de 1857 en Nueva York se inició una huelga con la que las mujeres de la industria textil alzaron su voz para visibilizar la situación de explotación, con bajos sueldos, horarios abusivos y sin protección legal que vivían. En 1859 se repitieron las quejas que estimularon la creación del primer sindicato femenino con la finalidad de pedir los derechos básicos para las mujeres. El 8 de marzo de 1908, el movimiento de Pan y Rosas movilizó a quince mil personas, la mayoría mujeres, en favor de sus derechos laborales, lo que dio pie a la celebración del Día de la Mujer a finales de febrero de 1909.
En Copenhague, en 1910, Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo, en la II Conferencia Internacional Socialista, promovieron el establecimiento de un día de conmemoración para honrar el movimiento por los derechos de las mujeres en general, incluido el derecho al voto. Más de cien mujeres de diecisiete países apoyaron esa propuesta, que se instauró en 1911, por el fin de la discriminación. Cientos de miles de mujeres y hombres se movilizaron el 19 de marzo de ese año por todo el mundo para pedir el derecho al voto y a ocupar cargos públicos de las mujeres, y para exigir la mejora de las condiciones laborales y el fín de las discriminación en el trabajo.
Ese mismo año 1911 es recordado porque 146 personas, 123 mujeres y 23 hombres, murieron en un incendio producido en una fábrica textil de Nueva York, lo que hizo visibles las horribles condiciones de trabajo que estaban sufriendo. La Triangle Shirtwaist Company, empresa en la que tuvo lugar el desastre, había sido uno de los centros del movimiento de las mujeres que se habían producido anteriormente. Más de cien mil personas salieron a las calles en una marcha fúnebre silenciosa, con la presencia de hombres que acompañaban y participaban, lo cual es una de las pruebas de la lucha compartida entre mujeres y hombres comprometidos con la causa feminista desde sus inicios.
En 1977 la ONU, en su resolución de la Asamblea General, proclamó el Día por los Derechos de las mujeres y la Paz Internacional. A partir de entonces se han realizado diferentes Conferencias Mundiales para tratar este tema y se han creado diversas instituciones para profundizar en las mejoras que todavía hoy necesitan producirse.
Todos estos movimientos vinculados a la demanda de mejoras de los derechos de las mujeres, en el pasado igual que en la actualidad, han estado acompañadas por hombres que han defendido esta postura por la igualdad y en contra de la violencia y el acoso. Con su posicionamiento han contribuido a hacer visible que la lucha contra las injusticias es cosa de mujeres y hombres que desean y se esfuerzan por la transformación de las condiciones existentes, ante mujeres y hombres que desean la permanencia de las estructuras que provocan la desigualdad y que justifican la violencia y el acoso.
Las NAM, que aúnan seguridad, fuerza y superación de la doble moral, desde la diversidad, son el tipo de masculinidades que desean el éxito del movimiento feminista en el que cuentan las voces de todas las personas implicadas. Del mismo modo que lo hacen en otros temas, las NAM defienden los derechos de las mujeres por justicia y porque ello supone la mejora de la sociedad y la transformación de las estructuras que permiten alcanzar los Derechos Humanos para todas las personas.
Se hace indispensable de cara al futuro que cada vez más hombres se sientan parte del movimiento feminista y tengan la voluntad de incluirse en él para que exista una alianza real y transformadora para ser parte de la solución desde esta perspectiva transformadora de las NAM. Para conseguirlo es indispensable que se trabajen las relaciones con este tipo de condiciones de verdad, bondad y belleza, desde las edades más tempranas, ya que con estas relaciones se transformarán las circunstancias existentes y se crearán vínculos en los que la igualdad y los mejores sentimientos, formarán parte, ya no de un sueño colectivo de mujeres y hombres, sino de una realidad colectiva que camine hacia un mundo mejor.
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