Hace un año que el personal sanitario de todo el mundo está sacrificándose y arriesgando sus vidas con el fin de salvar a las personas con la COVID-19. Una situación que ha puesto en jaque los sistemas sanitarios, pero en países como Afganistán el personal sanitario tiene más dificultades para protegerse de la enfermedad. Las guerras, los conflictos y la inseguridad del país agravan aún más la situación.
ONU Mujeres ha informado que esta situación no ha disuadido a decenas de mujeres sanitarias de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de ponerse mascarillas, guantes y batas de laboratorio e ir a trabajar. Algunas de estas mujeres forman parte de equipos sanitarios que se mueven a lo largo de las cuatro provincias del país. Otras atienden a personas migrantes afganas con COVID que han vuelto de Pakistán para acudir al sistema sanitario afgano, pero el sistema es inasequible para los repatriados que se están instalando en zonas que están a kilómetros de distancia de los centros sanitarios.
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