El pasado viernes la Fundación Thomson Reuters denunciaba un problema tan real como doloroso: las consecuencias de la pobreza y las condiciones extremas de vida aumentan el tráfico de personas y, en este caso, existe un número “alarmante” de bebés que estaban siendo vendidos en Uzbekistán. 

Los grupos antiesclavistas instaron a Uzbekistán el viernes a intensificar las medidas para hacer frente al tráfico de bebés después de que las cifras del gobierno revelaran que se registraron 185 casos de este tipo en los últimos cuatro años.  Este número ha variado mucho respecto del cálculo anterior, a pesar de los esfuerzos que está haciendo el gobierno, pero la realidad es que muchos casos pasan desapercibidos, especialmente si se tiene en cuenta que las dificultades causadas por la pandemia de COVID-19 podrían potenvcia rel comercio ilegal de bebés.

“Las cifras podrían aumentar en caso de que no tomáramos medidas inmediatas”, dijo Sanjarbek Toshbaev, que dirige la oficina de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de las Naciones Unidas en la nación de Asia Central, calificando la situación de “alarmante”. Al igual que en los países vecinos, las medidas para frenar el coronavirus han golpeado duramente a Uzbekistán, elevando los niveles de pobreza, al disminuir las exportaciones y las remesas de los trabajadores migrantes, obligando a muchas empresas a cerrar, dijo en julio el organismo de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD).

Según los datos recopilados por la policía en los últimos meses, se estima que una familia puede ganar varios miles de dólares con la venta de un bebé, según los informes de los medios de comunicación locales, lo que contrasta con los 300 dólares mensuales que, según los datos oficiales, obtiene una familia en promedio.

Aunque la pobreza y la falta de oportunidades, además de la coacción a las familias, están entre los mayores factores de riesgo para que las mujeres y sus familias se ven envueltas en el tráfico de personas, fuentes oficiales  aseguran que lo engorroso del proceso de adopción en el país empuja a algunas familias a recortar gastos e intentar comprar niños en su lugar.

Por otra parte, una mala gestión del registro de embarazos y nacimientos, así como la mala coordinación entre los organismos gubernamentales, también son un problema, dijo el jefe de la comisión de trata de personas de Uzbekistán, Tanzil Narbayeva, a los medios de comunicación locales en diciembre, añadiendo que muchas personas tampoco son conscientes de que la compra y venta de bebés va en contra de la ley.

Lamentablemente, este es un problema que se da en muchos países del mundo. Para luchar por la erradicación del tráfico de personas existen organizaciones como la Plataforma Europea de la sociedad civil contra el tráfico de personas  que visibilizan este gran problema y conectan a las diferentes organizaciones civiles para coordinar los esfuerzos de los estados en cuanto al apoyo de las víctimas y la lucha contra esta lacra social. Luchan contra la injusticia total por la que otros seres humanos en posiciones de poder, ya sea económico o social, se benefician de una situación de vulnerabilidad. Es imprescindible seguir luchando para que el tráfico de menores y el de personas en general deje de ser un negocio lucrativo y se puedan defender los derechos de todas las personas, independientemente de su país de origen y de la situación económica y social en la que nazca y viva. 

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