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Con sus puertas cerradas al público debido a la pandemia de la COVID-19, el Natural History Museum de Londres ofrece historias inspiradoras, actividades educativas y exposiciones online para seguir acercando la naturaleza a los y las amantes de la historia natural. Podemos realizar una visita virtual al museo o bien aprender de las distintas exposiciones, colecciones y recursos virtuales que nos ofrecen: colecciones sobre Charles Darwin, Space highlight: Mars, Moon and meteorites, The birds of American Animals o The search ofr the real Iguanodon, entre muchas otras.

Destacamos el apartado de Collectors and trailblazers en el que encontramos las aportaciones y descubrimientos de diferentes científicos y científicas y en el que se visibiliza a mujeres paleontólogas, naturalistas, geólogas, etc. cuyos trabajos ayudaron a entender y/o a completar, entre otras, la Teoría de la evolución de Darwin. Una de estas científicas fue Mary Anning, pionera en la historia de la paleontología y del coleccionismo de fósiles. 

Mary Anning nació en el año 1799 en Lyme Regis, al suroeste de Inglaterra, en una zona conocida como Jurassic Coast (actualmente Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y en la que se siguen realizando descubrimientos). Su padre fue el que le enseñó a buscar fósiles y a limpiarlos. Solían buscarlos juntos en la playa y de esta manera le transmitió el amor por lo que en un principio fue una afición.

En el año 1811, cuando Mary tenía 12 años su hermano descubrió el fósil de un cráneo de aspecto extraño. Mary buscó y excavó meticulosamente el resto del esqueleto, que media 5,2 metros de largo. Los científicos pensaron que se trataba de un cocodrilo. Hacía poco que el “padre de la paleontología”, George Cuvier, había presentado la teoría de la extinción y 48 años más tarde, Charles Darwin publicaría “El origen de las especies”.

En 1823, Mary Anning fue la primera en descubrir el esqueleto completo de un plesiosaurio pero rápidamente corrieron rumores acerca de la falsedad del fósil. George Cuvier también puso en duda el descubrimiento. Dicho descubrimiento provocó un largo debate en una reunión extraordinaria en la Sociedad Geológica de Londres a la cual la propia Mary Anning no fue invitada. Al final el debate, Cuvier tuvo que admitir su equivocación. 

Nuestra protagonista, como la mayoría de niñas de esa zona y época, había recibido muy poca formación académica. Sin embargo, aprendió geología y anatomía por su cuenta y mantenía correspondencia y se reunía con científicos y coleccionistas famosos. A pesar de ello, la comunidad científica no reconocía su trabajo ni tampoco la mencionaban como autora de los descubrimientos, incluso al publicar sobre el revolucionario hallazgo del ictiosaurio.

La Sociedad Geológica de Londres se negó a admitirla pero Mary Anning siguió trabajando y descubriendo nuevos fósiles: los primeros restos atribuidos a un dimorphodon (primer pterosaurio descubierto fuera de Alemania). Siguió desenterrando numerosos fósiles y vendió muchos de ellos, contribuyendo a incrementar el interés de la ciudadanía por la geología y la paleontología. Los descubrimientos de Mary Anning inspiraron al geólogo Henry De la Beche para pintar el cuadro Duria antiquior, que incluye ictiosaurios, plesiosaurios y pterosaurios y se considera la primera pintura de la vida prehistórica basada en restos fósiles.

Desgraciadamente, Mary Anning murió a los 47 años a causa de un cáncer de mama. Londres, ciudad que años antes no reconoció sus descubrimientos, ahora dedica una exposición en uno de sus museos más emblemáticos, el Museo de Historia Natural, ensalzando y visibilizando la vida y obra de esta gran mujer.

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