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RMIT University. Unsplash

La Oficina de Estadística de Australia (ABS) ha presentado en noviembre los resultados de una encuesta realizada a la totalidad de sus estudiantes durante la primera quincena de mayo de 2020. Uno de los datos más destacados ha sido el impacto de género de la recesión de la Covid-19 en Australia, al mostrar un descenso de 86.000 matrículas de mujeres, en comparación con los datos de mayo de 2019, frente a 21.000 menos en estudiantes varones. 

Según los datos que recoge The Guardian, se considera la mayor caída de estudiantes universitarios desde 2004, momento en que se comenzaron a recopilar datos desde la ABS. Una caída marcada por el género, que también recoge la mayor disminución en la matrícula de mujeres desde 2004.

En términos de edad, este descenso fue más marcado entre las mujeres mayores de 25 años con una caída de 60.000 matrículas, frente a un aumento de 26.000 en la matrícula de hombres mayores de 25 años. 

En cada categoría de edad por encima de los 30 años hubo más hombres inscritos este año que en 2019. Sin embargo, en todas las categorías de edad, excepto de 55 a 64 años, había menos mujeres. Entre las personas de 25 a 29 años, 27.000 mujeres abandonaron la universidad, pero se inscribieron 15.000 hombres más. Para los de 35 a 39 años, 22.000 mujeres abandonaron, pero se inscribieron 3.300 hombres.

Según los análisis de la economista Shirley Jackson, estos datos reflejan la naturaleza de la recesión del coronavirus, a la cual considera “una abrumadora recesión de cuello rosa”.  Pues, a pesar de que, por lo general aumentan las matrículas, está claro que los factores sociales y políticos han significado un mayor abandono para las mujeres. 

Esto se atribuye, por un lado, al hecho que la crisis ha afectado a los negocios e industrias dominadas en su mayoría por mujeres, que fueron cerradas en su totalidad. Y, por otro, a la mayor probabilidad de que sean las mujeres quienes, en los dos extremos del ciclo de la vida, se dediquen a los cuidados, o bien de los hijos e hijas o bien de sus familiares mayores, algo que la crisis de la pandemia ha acentuado de manera mucho más aplastante. Esto explicaría el aumento de las matrículas entre los hombres mayores, pero la disminución en las mujeres de la misma edad. 

Otro dato que aporta la ABS, y que Jackson asocia al género, es la disminución de estudiantes con trabajo, una cantidad que se reduce en 283.000, en comparación con 2019. Las mujeres, de nuevo, de todas las edades en general y menores de 25 años en particular son quienes tienen mayor probabilidad de trabajar con contratos temporales. Esto las ha afectado, ya que ha sido menos probable que encontraran trabajo y que dispusieran de un excedente de ahorros al llegar momentos difíciles con los que poder dedicarse a estudiar o mejorar su formación. 

Son datos importantes que ofrecen información relevante para el diseño de estrategias con perspectiva de género que consigan transformar la discriminación que sufren las mujeres. Y así, asegurar la igualdad en la diversidad y, por tanto, la excelencia. 

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