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Médicos Sin Fronteras (MSF) alerta que los impactos secundarios de la COVID están siendo catastróficos en la salud de las niñas y mujeres en todo el mundo. Un informe de la organización difundido por los medios señala que las decisiones que se están tomando para afrontar la pandemia de la COVID está comportando riesgos en la salud sexual y reproductiva de las mujeres a causas de verse afectados los servicios de salud con el cierre, el temor de las personas a ir a centros donde pudieran infectarse o la falta de información sobre su funcionamiento tras la pandemia. Un situación que está provocando un fuerte aumento de la mortalidad materna y neonatal al no poder asegurar los servicios de partos seguros, neonatal y de planificación familiar. 

Según el informe de MSF, un 15% de los embarazos terminan presentando alguna complicación que pone en riesgo la vida de la madre o del bebé. Una situación especialmente agravada en zonas de conflicto, como en Yemen, en que la asistencia al parto ya se había reducido un 25%. Además, con la crisis de la COVID, según predice un estudio del Instituto Guttmacher, podría llegar a afectar el cierre de hasta un 80% de los centros de servicios de salud sexual y reproductivo, lo cual puede ser trágico. Más aún en países como Honduras, donde el aborto está prohibido o el acceso a los productos anticonceptivos son inaccesibles para una parte importante de mujeres, al no poder costearlos. 

En cifras, MSF indica que un recorte de un 10% de los servicios de salud sexual y reproductiva supone 15 millones de embarazos no deseados, más de 3 millones de abortos inseguros en todo el mundo, y 28 mil muertes maternas adicionales. Ya que el aborto inseguro es una de las principales causas de mortalidad materna en todo el mundo, llevándose la vida de al menos 22. 800 mujeres y niñas, e hiriendo gravemente a millones cada año. En cambio, MSF apunta que se trata de la muerte materna más fácil de prevenir, a través del acceso a servicios suministro de anticonceptivos y aborto seguros. 

Sin embargo, señala que a menudo estos servicios se descuidan ante una situación de emergencia al ser fácilmente considerados como no esenciales o incluso ilegítimos, y así ha pasado también con la COVID-19, a pesar de la recomendaciones que la Organización Mundial de la Salud estableció en marzo en cuanto a la priorización de estos servicios.  Es el caso de la administración de EE.UU. que acusa a organizaciones como la ONU de que se esté aprovechando de la crisis de la COVID “como una oportunidad para avanzar en el acceso al aborto como un” servicio esencial “. 

MSF también remarca que esta situación también afecta a las víctimas de la violencia sexual, una violencia que durante el confinamiento ha supuesto un aumento del 20%. MSF señala la gravedad de la situación, ya que el ante situaciones de violencia sexual el tratamiento es urgente, ya que las víctimas deben presentarse dentro de las 72 horas para que la profilaxis post-exposición contra el VIH sea efectiva, y dentro de los cinco días para que funcione la anticoncepción de emergencia. 

El informe visibiliza la importancia de no dejar de considerar bajo ninguna circunstancia la vida y la salud de las niñas y mujeres una prioridad.

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