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Es tristemente habitual ver cómo se agrede y trata de denigrar a mujeres cuando llegan a puestos de poder, utilizando ataques ligados a su condición de mujer, sus relaciones o su sexualidad. Al igual que toda la violencia de género alrededor del mundo, estas agresiones no distinguen entre ideologías porque nacen de un odio misógino. 

En este caso, la víctima ha sido Yolanda Díaz, actual Ministra de Trabajo y Economía Social. Fue en la ciudad de Toledo, en un escrache organizado por un grupo de trabajadores del sector taurino. 

Más allá del debate sobre el uso del escrache como un método de manifestación y protesta que ha sido utilizado por grupos y personas con diferentes ideologías y fines, la gravedad del asunto radica en la violencia y el tipo de insultos que se profirieron contra Díaz como, por ejemplo, “puta” o  “golfa de mierda”.  Es decir, insultos marcadamente misóginos que se han utilizado históricamente para despreciar y desacreditar a mujeres, como si las decisiones que puedan tomar respecto a su vida personal y sexual les restara valor o las hiciera menos merecedoras de respeto. Por eso, también es habitual escuchar insultos como frígida, estrecha o reprimida, porque el fin es reprimir la libertad y potencial de acción de las mujeres. 

En redes sociales los hechos han tenido una fuerte repercusión, con muchos tweets que defienden a los agresores, pero muchos más que condenan lo ocurrido y rechazan cualquier tipo de actitud violenta, independientemente del partido al que pertenezca la persona que ha sufrido la agresión.

Así, vemos cómo siguen siendo necesarios los discursos de mujeres feministas referentes como Alexandria Ocasio-Cortez que, a raíz de los ataques que sufrió ella misma, ha alzado su voz para que ninguna mujer ni niña vuelva a ser acosada verbalmente. 

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