Hace pocos días alertábamos, planteando algunos casos ocurridos en el contexto español, de cómo hay personas y grupos que aprovechándose de la pandemia están extendiendo el odio hacia la comunidad asiática y la gitana.
A raíz de la conmemoración del Día del Pueblo Gitano el pasado 8 de abril, la Comisión Europea ha alertado del aumento de la discriminación hacia esta población con la COVID-19 y ha exigido medidas para una mayor protección en toda la Unión Europea.
Se trata del mismo racismo de siempre, pero ahora, con un nuevo pretexto. El antigitanismo, tan presente en Europa, pone en riesgo cada día a millones de personas, vulnera sus derechos fundamentales y perpetúa su situación de opresión y exclusión. Los prejuicios y estereotipos que ahora toman una nueva forma por el coronavirus ponen en una situación de vulnerabilidad aún más grave la vida de estas personas, ya que promueve que haya más ataques directos, dificulta su acceso a los sistemas sanitarios y genera aún mayor desventaja socioeconómica.
Por ello, la vicepresidenta encargada de Valores y Transparencia, Vera Jourova, y la comisaria de Igualdad, Helena Dalli, han manifestado la urgencia de actuar ante la difusión de odio hacia el Pueblo Gitano, principalmente en redes sociales. En su mensaje han planteado la necesidad evidente de estar unidos y unidas para superar esta crisis, ya que, en sus propias palabras, “Si hay algo más contagioso que el virus es nuestra solidaridad“.
La actuación de la Comisión Europea surge tras el largo trabajo realizado por el movimiento asociativo gitano. Diferentes y variadas entidades llevan luchando, además de durante la pandemia, desde hace muchos años contra el odio y la exclusión hacia la comunidad gitana. Así, han conseguido grandes logros, pero para lograr su plena inclusión el paso fundamental es la solidaridad que se remarca desde Bruselas, un valor del que el Pueblo Gitano es, precisamente, el vivo ejemplo.
