Desde niña, Bárbara McClintock mostró un gran interés por la ciencia, tanto es así que cuando terminó la Secundaria se formó de modo autodidacta, ya que su familia en ese momento no podía costear sus estudios superiores. Finalmente, su padre, viendo el potencial y el interés de su hija, hizo todo lo posible para que pudiera matricularse en la Universidad.
Barbara McClintock nació en 1902 en Estados Unidos. Se doctoró en 1927 y trabajó en el Departamento de Genética de la Universidad Cornell, en Nueva York.
Le apasionaba la investigación, de forma que desde su época de estudiante se dedicó plenamente a ella. Desarrolló un método para la identificación de los cromosomas del maíz, con el que se podía distinguir cada uno de los cromosomas en la dotación cromosómica de cada célula, técnica con la que trabajó a lo largo de su vida.
Descubrió los «transposomas» o «genes saltarines», responsables de las mutaciones y de la resistencia de los virus a los antibióticos. Estos genes pueden cambiar de lugar dentro de los cromosomas. Por este descubrimiento recibió el Premio Nobel en Medicina y Fisiología en 1983.
En la conferencia que dio al recibir el Premio Nobel («The Significance of Responses of the Genome to Challenge»), McClintock explicó cómo las células pueden responder a la presión ambiental a la que se ven sometidos los organismos vivos mediante una reestructuración de su genoma; estos mecanismos explicarían la formación de nuevas especies y serían la base de los cambios evolutivos.
Gracias a sus trabajos se muestra la existencia de fenómenos genéticos desconocidos hasta el momento.
En los medios científicos se cree que estas investigaciones abren grandes posibilidades en el campo de la biología y la medicina. En el curso de los años sesenta se comprobó la presencia de estructuras genéticas móviles en las bacterias, a las que se puede transferir la resistencia a los antibióticos. El conocimiento de este fenómeno tiene una gran importancia para el tratamiento de las enfermedades infecciosas. Así, en el parásito que produce la denominada enfermedad del sueño se encuentran estructuras genéticas móviles que hacen que el tripanosoma pueda eludir el mecanismo inmunizante del organismo huésped, lo que hace más difícil el tratamiento de la enfermedad.
Los científicos, que habían sido escépticos con sus descubrimientos, tuvieron que admitir que el dogma central del ADN (es decir, ADN ® ARN ® proteínas) ya no estaba fijado inmutablemente.
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