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Hace unos días se hacía pública la condena de 38 años de cárcel a cada uno de los tres jugadores de la Arandina acusados de violar a una joven menor de edad. 

La Audiencia Provincial de Burgos consideró que estaba demostrado que los tres jugadores invitaron a la menor a su piso con el objetivo de mantener relaciones sexuales aún siendo conscientes de la edad de ella. También se ha corroborado que, ya en el piso, la joven se negó a mantener relaciones y ellos la forzaron, por lo que ella se sometió para evitar males mayores según su testimonio, una forma de defensa ante la que ya nos hemos encontrado más veces. Esta versión ha sido corroborada tanto por las personas allegadas a la joven como por el informe psicológico.  

Aun así, hay personas que parecen no considerar suficientes toda esta serie de pruebas y evidencias. Para expresar su disconformidad y defender a los declarados violadores de una menor, utilizan el manido argumento de que ella sí quería mantener relaciones sexuales y luego mintió por sus intereses. Por ello se han realizado manifestaciones en defensa de los agresores en el mismo pueblo donde continúa viviendo la joven y su familia y, además, en medios de comunicación y redes sociales se la está difamando y atacando.  

Si se analiza la situación por partes, hay varios hechos que evidencian la gravedad de estos hechos: 

En primer lugar, aunque ella sí hubiera querido acceder a la relación sexual, continúa teniendo 15 años. En España, la edad de consentimiento sexual se elevó en 2015 a dieciséis años, por tanto cualquier relación con una persona menor a esa edad es abuso. Así reza el artículo 183 del Código Penal: “El que realizare actos de carácter sexual con un menor de dieciséis años, será castigado como responsable de abuso sexual a un menor con la pena de prisión de dos a seis años.”

Además, un agravante es que el abuso se cometa en grupo, así lo señala en el apartado 4.b del mismo artículo: “Las conductas previstas en los tres apartados anteriores serán castigadas con la pena de prisión correspondiente en su mitad superior cuando concurra alguna de las siguientes circunstancias. (…) b) Cuando los hechos se cometan por la actuación conjunta de dos o más personas.”. Tal y como se ha demostrado que ocurrió en el caso Arandina.

Es importante señalar que lo fundamental de que en España se elevara la edad de consentimiento es que de este modo la ley y la sociedad velan por los y las menores, ya que se considera que no tienen madurez física y sexual necesaria para poder decidir libremente. De hecho, este aumento en la edad sigue las recomendaciones propuestas por el Comité de los Derechos del Niño para brindar una mayor protección a los y las menores contra los delitos de prostitución y pornografía infantil.  

En segundo lugar, otro de los argumentos utilizados para continuar atacando a la víctima ha sido que “ha cambiado varias veces su versión”. Existen evidencias científicas que visibilizan cómo, ante una situación traumática, la víctima de violencia sexual se disocia durante el trauma y una parte cognitiva del cerebro queda anestesiada, lo que aumenta el proceso de fragmentación (Hardy, Young & Holmes, 2009). Uno de los últimos estrenos de Netflix, la serie “Creedme”, refleja la investigación de Christian Miller y Ken Armstrong (por la que fueron ganadores del Pulitzer). La serie recoge la historia de una joven que denuncia su violación y, por el cuestionamiento social, acaba declarando que mintió. Tres años después, aunque a miles de kilómetros, se siguen cometiendo violaciones con el mismo patrón que el de la protagonista y se demuestra la veracidad de su denuncia. Así, que una víctima aporte diferentes versiones no prueba que mienta y, además, el informe psicológico a la menor ratifica su versión. 

En definitiva, la revictimización y la perpetuación del acoso a las mujeres que han sufrido una agresión sexual continúa siendo una realidad, pero se hace aún más grave cuando la víctima es una menor. Supone un enorme peligro para todas las niñas que se recurra al concepto de Lolita pretendiendo disfrazar a una niña como un ser tan sexualizado que es capaz de hacer perder el juicio a tres hombres mayores de edad. 

Es vital continuar mostrando las evidencias científicas que acaban con el discurso misógino que busca justificar el abuso sexual a menores, y mostrar un compromiso y posicionamiento valientes, como han hecho algunas personas de Aranda de Duero y cientos de personas en redes, para defender a todas las víctimas. 

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