image_pdfPDFimage_print
Nusrat Jahan Rafi. Foto cedida por la familia

El director de la escuela alcoránica, un imam, la llamó a su despacho y la magreó. Nusrat Jahan Rafi logró escabullirse, y más tarde, con el apoyo de sus padres, denunció la agresión. Sucedió el pasado mes de abril en Bangla Desh, en Feni, una pequeña ciudad donde tras la detención del imam se produjeron protestas pidiendo su liberación. Aunque el gobierno bangladesí se declara demócrata y laico, es frecuente que tanto la gente corriente como los líderes locales den soporte a los cabecillas religiosos.

Cuando a los pocos días Nusrat se presentó a un examen, una condiscípula la condujo al tejado con el pretexto de que una compañera necesitaba ayuda. Ajena a la alevosía, la muchacha se encontró frente a un grupo de personas enmascaradas que le exigieron retirara la denuncia. Ante su negativa, no dudaron en rociarla con queroseno y prenderle fuego. Nusrat pagó así de caro una valentía que sostuvo hasta el final. 

Agonizando camino del hospital, con quemaduras en el 80% del cuerpo, aún tuvo el coraje de gravar un vídeo reafirmando lo ocurrido en la escuela. Murió tras cuatro días de agonía, mientras que dieciséis personas eran detenidas acusadas de asesinato. Entre ellas, el propio imam, dos cargos políticos y alumnos y alumnas de la escuela. Han sido condenados a muerte, ya que la pena capital está vigente en Bangla Desh. Debería ser abolida, pero hasta que lo sea, que la justicia se imparta sin privilegios constituye un avance contra la impunidad de los violadores. 

Una vez más, el sacrificio de una mujer ha abierto camino hacia la liberación de otras mujeres. Un sacrificio, el de Nusrat Jahan Rafi, espantoso y merecedor de una gratitud universal.

👀 Visitas: 100

Secciones: portada

Si quieres, puedes escribir tu aportación