
En la sociedad actual alrededor del 2 al 10% de las personas informan tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo, ya sea exclusivamente o además de tener relaciones sexuales con parejas del sexo opuesto. Este porcentaje varía mucho en función del país. En España, por ejemplo, según el portal de estadística Statista un 16% de la población española encuestada, de entre 26 y 34 años, había mantenido relaciones sexuales con alguien de su mismo sexo y había disfrutado (durante el mes de abril de 2019). Aunque la genética del comportamiento sexual no heterosexual está relativamente poco estudiada, cada vez son más los resultados científicos que apuntan a una influencia genética en la homosexualidad.
En el año 1993 un breve estudio científico señalaba que la homosexualidad era causada por una variación genética concreta en un gen localizado en el cromosoma X, naciendo así la llamada teoría del “gen gay”. Es decir, se relacionaba la homosexualidad con una variación genética concreta. Los principales problemas asociados a esos resultados fueron la falta de técnicas precisas (poco desarrolladas en ese momento) y el bajo número de muestras analizadas.
Veintiséis años más tarde, ha salido publicado un estudio extenso en la prestigiosa revista Science “Large-scale GWAS reveals insights into the genetic architecture of same-sex sexual behavior” sobre este mismo tema, es decir, la relación entre la genética y la homosexualidad. En este caso, se reunieron más de 470.000 muestras de ADN, además de información de comportamiento, orientación e identidad sexual de cada una de las muestras. Con esta información se pudo realizar un estudio de asociación del genoma completo (GWAS, Genome-wide association study) con el que es posible relacionar las diferencias genéticas con rasgos distintos.
Uno de los resultados principales fue la asociación de 5 marcadores genéticos al comportamiento sexual entre personas del mismo sexo. Estos marcadores de forma individual tienen un efecto muy pequeño, algo muy habitual en rasgos de conducta complejos. Es decir, existe una asociación de la homosexualidad y estas variantes genéticas, pero en ningún caso significa que el rasgo esté determinado por esas variantes.
Este hallazgo es algo muy relevante dado el debate formado en torno al concepto de “determinación genética”, a menudo un concepto oscuro. Cuando algo está determinado genéticamente significa que la variante genética es necesaria y suficiente para definirlo, por ejemplo, el grupo sanguíneo. En el caso de la homosexualidad no se debe afirmar que esté determinada genéticamente, sino que está influenciada, desmoronando así la teoría del “gen gay”. Ahora sabemos que estos rasgos están conformados por varias variantes genéticas en diferentes genes (no en un único gen) que combinadas y en un ambiente social determinado se expresan de forma concreta. De manera que está claro que la genética juega un papel importante, pero no único.
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