Gulalai Ismail, activista paquistaní, consigue viajar hasta Estados Unidos después de ser perseguida por las fuerzas armadas de Pakistán.
Después de que una multitud de desapariciones y agresiones sexuales tuvieran lugar en el noreste de Paquistán, se realizaron en el país múltiples concentraciones de mujeres para protestar en contra de la violencia ejercida sobre ellas. Una de las mujeres que se atrevieron a hablar sin miedo alguno fue Gulalai Ismail, pero incluso la activista ha llegado a temer por su vida por haber denunciado ese tipo de situaciones.
En 2002, cuando Ismail era aún una adolescente, cofundó Aware Girls, una organización no gubernamental para promover la igualdad de género y el empoderamiento femenino para las jóvenes de Paquistán. En 2017 ganó el premio Anna Politkovskaya de la organización Raw in War, Reach all women in war, por la defensa de los derechos humanos, y un año antes fue premiada por su trabajo para la prevención de conflictos por la Fondation Chirac en Francia, donde fue recibida por la misma Michelle Obama. Pero toda la atención se centró en ella un año después, en 2018, cuando Ismail habló en apoyo del Movimiento de Protección Pashtun, que defiende los derechos de la tribu Pashtun del noroeste de Paquistán.
El caso es que el ejército había provocado una fuerte represión en la zona, que había generado múltiples desapariciones y agresiones sexuales. Como resultado de su denuncia fue detenida ese mismo año y se le confiscó el pasaporte. En febrero de 2019 fue detenida de nuevo antes de intentar convocar una conferencia de prensa. En unas condiciones pésimas, estuvo encerrada durante días y en mayo la policía presentó una denuncia contra Ismail, amparándose en una ley antiterrorista y con motivo de una denuncia realizada por la misma activista contra la agresión sexual y el asesinato de una niña de diez años.
Sin querer dar detalles de cómo consiguió escapar de Pakistán para proteger la identidad de aquellas personas que la ayudaron, Gulalai ha aterrizado a Estados Unidos para buscar asilo y trabajar desde allí. Ella misma afirmó para The Guardian que le hubiera gustado quedarse en Pakistán, su país natal, pero que si se hubiera quedado la hubieran torturado y no habría podido hablar.
En otras palabras, Gulalai Ismail se ha visto obligada a irse de su país para conseguir la libertad y espera poder contribuir a mejoras que ayuden a las niñas y las mujeres de su país.
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