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Representación pictórica del primer partido de fútbol femenino reconocido por la FIFA.

El estadio Auguste Damette (Francia) acogió en 1971 el primer partido de fútbol femenino. La selección de Francia y de los Países Bajos competían por clasificarse para el mundial no oficial que tendría lugar en México. Ante los ojos de 90.000 personas que presenciaron el partido, Dinamarca logró la victoria.  

Veinte años después, en 1991, la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) reconoció la validez de aquel partido, convirtiéndose en el primer partido oficial femenino en la historia del fútbol. Sin embargo, existen antecedentes de partidos previos de equipos de mujeres. La historiadora Jean Williams expone que los equipos femeninos de Inglaterra y Escocia habrían competido a finales de 1800, y 120 años más tarde lo habrían hecho Francia contra Inglaterra. 

Con todo, aquel partido de 1971 marcó un precedente en la historia del fútbol femenino. Este año el campeonato mundial (Francia) es muy diferente de aquel primer partido. Colette Guuyard, quien fue mediocampista del partido de 1971, señala el cambio de mentalidad que la sociedad ha hecho en torno al fútbol femenino.  Basta con recordar que éste se prohibió en 1941 por el gobierno de Vichy ante el supuesto peligro de que las mujeres se hicieran más masculinas. 

El cambio es inmenso. Jocelyne Ratignier, quien disputó aquel partido de 1971 con sólo 17 años,  señala a sus 65 tener sentimientos encontrados sobre el fútbol femenino actual: las cosas han cambiado pero “sigue sin ser suficiente”.  Actualmente el fútbol femenino está cada vez más consolidado: las jugadoras ya no son aficionadas (como lo fueran en el mundial de 1971), sino profesionales del deporte.

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