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Durante el congreso anual de la Society for American Archaeology (SAA) se produjo un incidente cuando un arqueólogo que había sido expulsado del campus de su universidad apareció en la reunión anual. Gracias a la solidaridad de los amigos y amigas, las víctimas que habían denunciado acoso por su parte pudieron protegerse y evitar así encontrarse con él; aun así, se perdieron algunas de las sesiones más importantes del congreso. Inmediatamente muchos arqueólogos y arqueólogas se indignaron, principalmente con el hecho de que desde la organización del congreso no se expulsara inmediatamente al presunto acosador y decidieron publicar en Twitter la situación que estaban sufriendo.

Con solo un día de margen más de 1.500 personas habían firmado una carta abierta para pedir un cambio radical en los estatutos y en la ética de la organización en materia de acoso afirmando que, en caso contrario, darían de baja su membresía.  Destacó la bioarqueóloga Kristina Killgrove, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, quien publicó una carta en la que renunciaba a su cargo de presidenta del comité de relaciones con los medios de la SAA y dio de baja su membresía.

Muchas asociaciones internacionales y nacionales están luchando para prevenir que las personas que han sido acusadas por acoso puedan registrarse y asistir a las reuniones, charlas o congresos. La Asociación Americana de Antropólogos Físicos, por ejemplo, requiere que los solicitantes de registro se comprometan con un código de conducta ética durante el proceso de registro. La Unión Geofísica Americana definió el acoso sexual como una forma de mala conducta científica en 2017.

Por su parte, el comité de ética de la SAA se reunió el 11 de abril durante el congreso para redactar una declaración ante la junta de la SAA para pedirle que instituyera un procedimiento que imponga sanciones en el caso de una conducta no ética, a la que el presidente de la asociación ya ha dado respuesta disculpándose. Mientras, las víctimas y asistentes al congreso piden una disculpa formal y la actualización de la política ante el acoso sexual constituyéndose el #MeToo en arqueología en el que en muy poco tiempo salieron a la luz muchas historias de acoso sufridas por parte de arqueólogos y arqueólogas durante sus carreras.

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