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Karen Uhlenbeck, actualmente profesora emérita de la Universidad de Austin, Texas (EE.UU.), ha visto reconocido el trabajo de toda su vida al recibir este año el prestigioso Premio Abel de Matemáticas 2019, según informa Europa Press.

Este premio, otorgado cada año por la Academia Noruega de las Ciencias y las Letras, reconoce las contribuciones de extraordinaria profundidad e influencia en las Ciencias Matemáticas y atiende a las recomendaciones de un Comité formado por cinco matemáticos de prestigio internacional. El premio fue creado en 2002 para honrar la memoria de Niels Henrik Abel (1802-1829), quien, a pesar de su corta vida, realizó importantes aportaciones a diversos campos matemáticos. De las 19 ediciones del Premio Abel, esta es la primera en la que una mujer es galardonada.

Sus principales investigaciones sobre ecuaciones diferenciales parciales geométricas, teoría de gauge y sistemas integrables, han logrado avances pioneros en numerosas áreas, especialmente en el análisis, la geometría y la física matemática, y son esenciales para el entendimiento matemático moderno de los modelos de física de partículas, teoría de cuerdas y relatividad general.

Colabora con universidades de prestigio internacional, como la Universidad de Princeton y es fundadora del Park City Mathematics Institute (PCMI), de su Instituto de Estudios Avanzados, dedicado a formar y fomentar la investigación y el interés por las matemáticas, siempre con dedicación y vocación. En la Universidad de Texas, Karen es considerada como una maestra inspiradora y una mentora dedicada de miles de estudiantes, motivándolos a alcanzar grandes alturas en sus vidas académicas y profesionales.

Como dice el comunicado de prensa del Premio Abel, a Uhlenbeck, de pequeña, le encantaba leer y soñaba con convertirse en científica. Hoy es una matemática, pero también un modelo a emular y una firme defensora de la igualdad de género en el mundo de las ciencias y las matemáticas. Así lo recoge en sus palabras el diario El País: “Pertenezco a la primera generación de mujeres que podían esperar una progresión profesional. Quizá no igual que los hombres, pero las puertas ya no estaban cerradas. En las décadas de 1960 y 1970, cuando se eliminaron las barreras legales para avanzar, esperábamos que las mujeres y las minorías entrarían por las puertas y ocuparían el lugar que les corresponde, al menos en el mundo académico. Quedó demostrado que no era tan fácil, pero se ha conseguido un progreso tremendo, al menos para las mujeres. Las jóvenes matemáticas de hoy son un grupo de talento impresionante y diverso. Espero haber contribuido, a mi manera, junto a otras personas, a abrir estas puertas cerradas y a mantenerlas abiertas de par en par”

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