Green Dots. Alteristic

La violencia escolar es un fenómeno preocupante a nivel mundial que, como ya hemos visto en otros artículos, solo se puede frenar si nos activamos todos y todas. En las escuelas la mayoría de programas que se han llevado a cabo se centran en cambiar la conducta individual del agresor o agresora no abordando el contexto social más amplio en el que se produce la agresión, obviando así las orientaciones internacionales. Según las investigaciones, en un 80% de los casos el bullying ocurre cuando hay testigos presentes. Esto es una buena noticia si pensamos que esos testigos son personas que potencialmente pueden frenar la situación, poner a salvo a la víctima y ser modelos a imitar por más personas.

Las escuelas de infantil y primaria que quieran abordar esta problemática de forma efectiva pueden inspirarse en el programa Green Dot que consiste en un enfoque integral de la prevención primaria de la violencia que aprovecha la influencia que tienen algunas personas en sus grupos de iguales. Pero, ¿qué significa exactamente Green Dot? La traducción sería punto verde y representa cualquier comportamiento, elección, palabra o actitud que promueva la seguridad para todos y todas y exprese una intolerancia absoluta hacia cualquier forma de violencia. El contrario del punto verde sería un punto rojo, que consistiría en una violación, una amenaza, una justificación de la violencia, trivializarla quitándole importancia o una decisión individual de no hacer nada ante una situación de riesgo.  

La idea sería que cuantos más puntos verdes hubiera en diferentes espacios del centro escolar como pasillos, patio, baños, comedor, trayectos a la escuela, etc., menor probabilidad de que se den puntos rojos y, por lo tanto, disminuiría la violencia. También ocurre lo contrario, cuantos menos puntos verdes, es decir, cuanta más inacción hay ante la violencia, más puntos rojos aparecen.

Hay programas de Green Dot que están diseñados específicamente para diferentes edades. Vamos a rescatar algunas ideas que pueden servir para trabajar en la etapa de educación infantil y primaria. Estas etapas son claves ya que la socialización en la violencia ocurre desde las primeras edades y es aquí justamente cuando es más efectivo educar para que construyan relaciones igualitarias basadas en el respeto y el buen trato siempre. Cuando el alumnado aprende a responder como un Green Dot en situaciones diarias no sólo logramos que haya una respuesta ante la violencia sino que, al ser niños y niñas líderes en sus grupos, pueden contagiar estas respuestas y lograr cambiar las normas de esa comunidad que antes incluía no hacer nada ante ella o apoyarla. Es importante que se empiece por los que tienen un reconocimiento social en el grupo porque sus respuestas serán más respetadas y valoradas y será más difícil que reciban ataques.

Como hemos dicho ya, desde los 3 años los niños y niñas en la escuela pueden aprender que dentro de las normas de relacionarse en grupo se incluyen las burlas, pegar, empujar o dar patadas o, por el contrario, pueden aprender a identificar situaciones de riesgo y a responder ante ellas.

La investigación sugiere que existe una relación entre el comportamiento de acoso en edades comprendidas entre 6 y 8 años y otras formas de violencia y agresión más adelante. Para estas edades el programa destaca el papel fundamental de los adultos para reconocer las situaciones de riesgo y apoyar a los y las estudiantes. Al alumnado se le enseña a reconocer también comportamientos de intimidación o violencia e identificar obstáculos que les podrían impedir intervenir ofreciéndoles opciones realistas para hacerlo. Esto es muy importante para no poner en riesgo su seguridad, al protegerles de posibles ataques y fomentar que el posicionamiento activo anime a los iguales a imitar la conducta. Por último, se les capacita para llevar a cabo un liderazgo estudiantil.

En las edades de entre 9 y 12 años el programa se centra, entre otras cosas, en capacitar a niños y niñas en lo que llaman “líderes de opinión populares” que ayudan a difundir y a normalizar la idea de que la violencia no está bien y que todos y todas tienen un papel para frenarla.

Algo muy importante es que cualquier alumno o alumna siempre está a tiempo de cambiar la inacción por apoyo convirtiéndose de inmediato en un Green Dot. Cuantos más Green Dots logremos en nuestras escuelas, la violencia se hará menos sostenible. Este cambio, que puede comenzar con una acción individual, se extenderá como una cadena desarrollando un impacto de por vida.  

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