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Émilie le Tonelier de Breteuil

Émilie le Tonelier de Breteuil, nacida en París en 1706, fue una mujer inteligente con suerte. Su inteligencia era un don natural, la suerte le vino de ser aristócrata y tener un padre que no discriminó, a pesar de la época, a hijos e hija en la educación. A una plebeya de poco le servía el talento, a ella le fue útil al recibir enseñanzas en materias diversas, entre las cuales, literatura, ciencias y matemáticas. Al casarse en 1725 con el marqués Florent-Claude de Châtelet devino marquesa de Châtelet y cambió al apellido por el cual es conocida.

Madre de tres hijos, amante de Voltaire entre otros, glamurosa a lo largo de su corta vida, tan solo 43 años, cultivó la física y las matemáticas antes de morir de su cuarto parto. Entre sus trabajos, la traducción al francés de la Principia Mathematica de Newton, a la que incorporó análisis propios sobre la conservación de la energía. En matemáticas, profundizó en las ecuaciones diferenciales, y más aún, reuniendo física y matemáticas demostró que la energía de un objeto en movimiento es proporcional a su masa por el cuadrado de su velocidad (E ~ mv2). Un siglo y medio más tarde, Albert Einstein introducirá su definitiva ecuación sobre la energía

(E = mc2). En ciencia, los conocimientos son acumulativos, y Émilie du Châtelet proporcionó, no cabe duda, fundamentos sólidos.

Es por este motivo que figura en la Tabla periódica de las científicas. Se halla en el extremo superior de la columna dedicada a las matemáticas porque desde allí nos mira instalada en el lejano siglo XIX, algunos años antes de la Revolución francesa.

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