Cada vez somos más las personas que estamos preocupadas por nuestra salud y por la naturaleza de los alimentos que ingerimos, fijándonos atentamente en las etiquetas de los productos y promoviendo el consumo de frutas y verduras ecológicas. Y estas decisiones siguen las evidencias aportadas por la OMS en relación a la presencia de pesticidas en los alimentos. Como indica la Organización Mundial de la Salud, aunque el uso de pesticidas evita pérdidas importantes en las cosechas, comporta efectos dañinos sobre la salud humana ya sea por exposición directa o por ingestión a través de los alimentos.

Por otro lado, no podemos olvidarnos que la población mundial tiende a aumentar año tras año y según datos de la Food and Agriculture Organization que dispone de una línea de Agricultura y Alimentación Sostenible, en 2050 la Tierra alcanzará los 9.000 millones de habitantes, para lo que será necesario incrementar el cultivo en un 60% para poder abastecer a toda la población.

Ante esta situación, encontrar una solución que equilibre la intensificación de los cultivos, el aumento de la producción mundial, la reducción del uso de pesticidas y el desarrollo sostenible del planeta parece una misión imposible. Pero una vez más, la tecnología al servicio de la sociedad permite no solo mejorar la calidad de vida de las personas, sino también contribuir a un desarrollo sostenible del planeta.

Ecorobotix plantea una alternativa sostenible, un robot en forma de mesa que a simple vista no parece muy transformador pero que permitirá una revolución en el modo de entender la agricultura. Este robot con cámara y GPS, alimentado por placas solares y operado automáticamente mediante la inteligencia artificial es capaz de recorrer autónomamente los campos de cultivo, detectar la maleza y pulverizar microdosis de herbicidas con una alta precisión, reduciendo hasta 20 veces las cantidades de herbicidas utilizadas. De esta forma, los agricultores y agricultoras que utilizarán este robot producirán alimentos más saludables de un modo más eficiente y sostenible. Después de cerrar unos proyectos piloto en Suiza, ahora se prepara para su entrada al mercado europeo, para contribuir a reducir el uso de herbicidas en Europa que en 2015 alcanzó prácticamente los 125 millones de toneladas.

 

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