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La conexión entre la inseguridad habitacional y la vulnerabilidad a la violencia sexual es un problema grave que puede afectar a muchas mujeres y jóvenes. De acuerdo con la Colección de recursos sobre violencia sexual y vivienda del Centro Nacional de Recursos sobre Violencia Sexual (NSVRC) quienes carecen de una vivienda segura y estable se encuentran en mayor riesgo de sufrir abuso sexual debido a la precariedad de su situación. Esto incluye a quienes se han quedado sin hogar y viven en refugios o centros temporales o dependen de la caridad para asegurar un techo. 

La inestabilidad habitacional expone a las mujeres y para prevenir este tipo de violencia, es crucial implementar políticas de vivienda que prioricen la seguridad y la estabilidad a largo plazo. Algunas de las recomendaciones que hace el NSVRC incluyen la creación de programas de apoyo que proporcionen acceso a viviendas asequibles, así como recursos legales y sociales para las supervivientes de violencia o en situación de extrema vulnerabilidad. También es vital formar a quienes proporcionan servicios relacionados con la vivienda sobre la importancia de asegurar entornos seguros y libres de discriminación para todas las personas. 

Por otro lado, el impulso y apoyo a las mujeres y jóvenes en situación de vulnerabilidad mediante el acceso a servicios de salud mental, asesoramiento legal y programas de empleo puede reducir significativamente el riesgo de explotación. La colaboración entre los servicios de vivienda y los programas de prevención de la violencia de género es fundamental para abordar estas intersecciones y proteger a las personas con más riesgo.  

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