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Llenar de belleza las reivindicaciones más profundas, como el fin de la violencia de género, es un acto de resistencia que une arte, solidaridad y esperanza en una causa común. El himno Valientes, surgido del movimiento #MeToo, se alza como una obra poética que, con delicadeza y fuerza, abraza a todas las víctimas y sobrevivientes, invitándolas a alzar la voz y a reclamar su libertad. Este canto no solo visibiliza el dolor, sino que, a través de su lírica, ofrece un espacio de refugio y sororidad, asegurando que ninguna mujer se quede sola o aislada.

En el marco del Día Internacional contra la Violencia de Género, celebrado el 25 de noviembre, compartir este himno se convierte en un acto poderoso y necesario. Al hacerlo, se invita a las instituciones, la sociedad civil y los movimientos sociales a tejer una red de apoyo que combata el silencio y la indiferencia. La belleza del mensaje de Valientes reside en su capacidad de transformar el sufrimiento en esperanza, convirtiendo la lucha contra la violencia en un movimiento lleno de vida y color.

El arte, en cualquiera de sus expresiones, tiene un rol clave en los movimientos sociales. La poesía y la música, como en el caso de Valientes, son herramientas universales que sensibilizan, inspiran y movilizan. La lucha contra la violencia de género no solo necesita leyes y políticas, sino también símbolos que unan corazones y despierten conciencias.

Este 25N, al compartir y reproducir este himno, todas y todos podemos sumar nuestra voz a la causa. Porque la belleza y la solidaridad tienen el poder de abrir caminos hacia un futuro libre de violencia, un futuro donde cada mujer sea reconocida y valorada en su dignidad y libertad.

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