image_pdfPDFimage_print
freepick

¿Cómo los hombres hablan sobre las mujeres? Podría ser el título de una película y es un tema más importante de lo que parece porque define muy bien el modelo de masculinidad de esos hombres. 

El caballero Don Quijote, en uno de los pasajes de la gran obra maestra de Cervantes, se encontraba en un pajar, de una posada maltrecha, que para él era un castillo, junto a su escudero Sancho, despierto mientras intentaba dormir entre sus disparates y ensoñaciones. Le quitaba el sueño pensar que la hija del señor del castillo (la hija del posadero, de gran belleza y porte) se había enamorado de él y le haría una visita por la noche. En ese instante, a oscuras, se encontró con la venida de Maritornes, la camarera de la posada, sucia y maloliente, que andaba en busca de su amante, el harriero. Ante esa aparición Don Quijote respondió rechazando la (supuesta) proposición de la mujer con bellas palabras y voz amorosa:

“Quisiera hallarme en términos, fermosa y alta señora, de poder pagar tamaña merced como que con la vista de vuestra gran fermosura me habedes fecho (…) se añade a esta imposibilidad otra mayor, que es la prometida fe que tengo dada a la sin par Dulcinea del Toboso, única señora de mis más escondidos pensamientos” (p.243)

En muchas ocasiones, en los ambientes masculinos, entre hombres, los comentarios que se hacen en las conversaciones suelen tener, no en todas las ocasiones, un tinte bastante distinto. Quienes hablan con desprecio de las mujeres, resaltando repugnantemente detalles, actitudes o cualidades, o relatando actos sexuales que perjudican la imagen de esa chica, suelen ser masculinidades tradicionales dominantes. Pretenden, con estos actos, mantener la atención, el atractivo de poder, que se les puede haber sido otorgado por algunas personas, única y exclusivamente, por el hecho de usar la violencia. Ya sabemos que existe una vinculación entre atracción y violencia que puede ser alentada por las masculinidades tradicionales oprimidas, que con su inseguridad y volatilidad hacen de palmeros y seguidores de los dominantes, mientras les envidian su éxito. 

En cambio, las Nuevas Masculinidades Alternativas (NAM) no usan esas estratagemas. Claramente, los NAM heterosexuales se sienten atraídos por mujeres que desean hombres en los que la seguridad va unida a la bondad, la pasión al amor, la ternura a la excitación; son mujeres que buscan la felicidad desde la libertad, la ilusión y el rechazo a la violencia. Aun así, los NAM, que no se sienten atraídos por mujeres encadenadas a relaciones en las que existe atracción a la violencia, no desprecian a esas mujeres. Las respetan, contribuyendo a crear, junto con otras personas, espacios libres en los que cada cual pueda decidir libremente cómo vivir, qué relaciones tener y cómo convivir con el resto de personas. 

Los NAM se posicionan y rechazan de manera atractiva ese tipo de comentarios que algunos hombres usan para intentar demostrar su hombría. Marcan la diferencian porque queda muy claro que si ellos están presentes no habrá silencio tras esos desprecios, puesto que el desprecio o el respeto hacia las mujeres define a los hombres e impulsa el tipo de relaciones que desean construir. 

Y no es que no se pueda hablar, la diferencia radica en el cómo, por qué y sobre qué. 

Secciones: subportada

Si quieres, puedes escribir tu aportación