Los rumores extendidos contra quienes alzan la voz contra la violencia de género en el ámbito universitario pueden tener efectos profundamente destructivos, tanto a nivel personal como profesional. Cuando una persona toma una postura firme contra la violencia de género, se expone a recibir críticas y, en algunos casos, ataques dirigidos a desacreditar su mensaje y dejar solas a las víctimas, lo que se llama Violencia de Género Aisladora. Estos ataques suelen tomar la forma de rumores que no solo cuestionan su postura, sino que también se centran en aspectos de su vida personal, utilizando mentiras y calumnias para dañar su reputación.
Sorprendentemente, algunos de estos rumores son difundidos incluso por individuos dentro del ámbito del derecho, quienes, en lugar de promover la justicia, se prestan a una campaña de desprestigio basada en desinformación. Esta estrategia de “difama que algo queda” afecta no solo a la persona en cuestión, sino también a sus círculos más cercanos, como su familia y sus colegas en el ámbito laboral. A menudo, estos rumores se filtran hasta las esferas personales, generando tensiones y dudas dentro de sus propias familias, quienes se ven obligadas a enfrentar y procesar estas calumnias infundadas.
El impacto profesional es igualmente serio. En el contexto laboral, especialmente dentro de las universidades, las calumnias pueden afectar la credibilidad de quienes luchan por una causa justa, obstaculizando su desarrollo profesional y dificultando sus relaciones con colegas y superiores. Estas campañas de desprestigio buscan silenciar a las personas y disuadirlas de seguir defendiendo sus ideales, generando un clima de miedo y autocensura.
Al final, estas campañas de desprestigio son aliadas del peor machismo, ya que actúan en nombre o a favor del lobby de acosadores que no quieren ver su poder amenazado. Este grupo utiliza la difamación como arma para proteger su posición, manteniendo un entorno donde la violencia de género y el acoso continúan siendo tolerados e incluso normalizados. De este modo, el desprestigio no solo busca atacar a una persona, sino debilitar el movimiento contra la violencia de género y evitar la pérdida de privilegios que el machismo ha sostenido en instituciones clave como las universidades.
Coordinadora del Metoo University
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